12/05/2018, 14:52
Haciendo esquina con la tienda de regalos de Kamerita-san se encontraba la casa de Doro, el guardia fugado del museo armamentístico y principal sospechoso del robo de la preciada Pata de Bronce. Se trataba de una humilde casa de madera que contaba con un primer piso y, desde el exterior, los dos shinobi pudieron ver la luz de las velas que se colaba a través de las dos ventanas que había junto a la puerta. Si ambos se asomaban por ella se encontrarían con ambiente más bien...
Vacío.
No parecía haber nadie dentro. La sala principal no era más que un cuadrilátero de unos pocos metros cuadrados, de paredes y suelo de madera vieja. Al fondo había un desvencijado armario con alguna de las puertas casi colgando de las bisagras y una cocina muy precaria con apenas lo justo para calentar la comida. Al frente, sólo había una mesa, encima de la cual había una vela ya casi consumida, con una silla de madera vieja; y, a mano derecha, unas escaleras que ascendían hacia el primer piso.
Vacío.
No parecía haber nadie dentro. La sala principal no era más que un cuadrilátero de unos pocos metros cuadrados, de paredes y suelo de madera vieja. Al fondo había un desvencijado armario con alguna de las puertas casi colgando de las bisagras y una cocina muy precaria con apenas lo justo para calentar la comida. Al frente, sólo había una mesa, encima de la cual había una vela ya casi consumida, con una silla de madera vieja; y, a mano derecha, unas escaleras que ascendían hacia el primer piso.