15/05/2018, 17:16
Tsukiyama Daigo intentó —como cabía esperarse— detener a su compañero de Aldea e impedirle que revelase los secretos del Byakugan a un extranjero. Akame sonrió. Él ya tenía ideas muy concretas sobre lo que podía hacer aquel Dōjutsu —predecir técnicas, ver a través de obstáculos, y otras—, pero nunca estaba de más aprovechar la oportunidad de reunir más información.
No obstante, tampoco quería parecer atrevido ni grosero, de modo que no hizo réplica alguna a las quejas de Daigo. Tampoco la necesitó. El propio Kisho se revolvió de mala gana, alegando que no tenía autoridad sobre él. Mientras, los gemelos Etsu y Akane permanecían en silencio.
—¿A qué esperas, Kisho-san? ¿Es que no quieres averiguar si el autor de esta broma está escondido por ahí ahora mismo, riéndose de nosotros? —picó, con malicia, el Uchiha.
No obstante, tampoco quería parecer atrevido ni grosero, de modo que no hizo réplica alguna a las quejas de Daigo. Tampoco la necesitó. El propio Kisho se revolvió de mala gana, alegando que no tenía autoridad sobre él. Mientras, los gemelos Etsu y Akane permanecían en silencio.
—¿A qué esperas, Kisho-san? ¿Es que no quieres averiguar si el autor de esta broma está escondido por ahí ahora mismo, riéndose de nosotros? —picó, con malicia, el Uchiha.