16/05/2018, 19:07
Seguí a la kunoichi en busca de algún sitio para sentarnos, si no lo había sugerido yo era porque me había expresado un ansía viva de estar en el festival que pensaba que iba a preferir ir por los puestos. Pero estaba claro que Eri era una caja de sorpresas. Al comentarle lo de Datsue, estaba claro que estaba más desinformada que yo, porque casi se atraganta de la sorpresa.
— Hombre, Eri-chan, piensa que a Jounin solo se sube una vez en la vida. Debería ser algo especial, no sé. Una espada de esas de leyenda que explote todo lo que toque o algo así sería un detallazo. Además que él es, ya tu sabes, eso. Así que deberíamos abogar por su seguridad. ¿Una armadura? Unas gafas de sol para cuidar esos ojos asesinos. Hostias, un perfume. Un perfume al cien por cien.
Le hice un gesto con las cejas, subiendolas y bajandolas con una mueca sugerente.
— Eh, Eri-chan, perfume por el olor, eh.
— Hombre, Eri-chan, piensa que a Jounin solo se sube una vez en la vida. Debería ser algo especial, no sé. Una espada de esas de leyenda que explote todo lo que toque o algo así sería un detallazo. Además que él es, ya tu sabes, eso. Así que deberíamos abogar por su seguridad. ¿Una armadura? Unas gafas de sol para cuidar esos ojos asesinos. Hostias, un perfume. Un perfume al cien por cien.
Le hice un gesto con las cejas, subiendolas y bajandolas con una mueca sugerente.
— Eh, Eri-chan, perfume por el olor, eh.
—Nabi—