21/05/2018, 13:26
—Tendremos mil más, ya verás —respondió—. Ay, es que eres adorable, de verdad.
—Q... ¿Qué dices...? —balbuceó Ayame, agradeciendo por primera vez que fuera de noche y las luces de neón que les rodeaban confundieran sus colores naturales... Porque su rostro acababa de enrojecer ante las palabras de Daruu.
No tardaron en llegar a su destino, el colosal rascacielos guardado por la Pastelería de Kiroe-chan que, como los días anteriores, seguía con las cortinas echadas. Era una imagen desalentadora, y Ayame miró de reojo a Daruu. Pero él no mostró la misma aflicción de antes, de hecho se giró hacia ella y volvió a besarla. Y ella volvió a sentir aquel extraño cosquilleo en su pecho cuando sus ojos se encontraron de nuevo.
«No quiero separarme de él...» Volvió a lamentarse, sintiéndose al mismo tiempo estúpida. ¡Si sólo les separaban nueve pisos de altura! No era como si uno de los dos fuera a irse a vivir a Uzushiogakure o Kusagakure.
—Hasta... ¿pasado mañana? —dijo Daruu, dubitativo—. No sé cuándo querrá quedar Kori-sensei para retomar las misiones. Pero yo ya estoy preparado
—Yo también... ¡Y espero que sea pronto!
—En fin... buenas noches... cariño.
A aquellas alturas de la noche, las mejillas de Ayame ya eran un letrero de neón con vida propia.
—H... Ha... Hasta mañana... Te quiero...
Ayame se volvió hacia su portal entre largas zancadas y no tardó ni dos segundos en atravesarlo. Aunque una parte de ella se había quedado con Daruu en la entrada de la pastelería, deseando quedarse con él...
—Q... ¿Qué dices...? —balbuceó Ayame, agradeciendo por primera vez que fuera de noche y las luces de neón que les rodeaban confundieran sus colores naturales... Porque su rostro acababa de enrojecer ante las palabras de Daruu.
No tardaron en llegar a su destino, el colosal rascacielos guardado por la Pastelería de Kiroe-chan que, como los días anteriores, seguía con las cortinas echadas. Era una imagen desalentadora, y Ayame miró de reojo a Daruu. Pero él no mostró la misma aflicción de antes, de hecho se giró hacia ella y volvió a besarla. Y ella volvió a sentir aquel extraño cosquilleo en su pecho cuando sus ojos se encontraron de nuevo.
«No quiero separarme de él...» Volvió a lamentarse, sintiéndose al mismo tiempo estúpida. ¡Si sólo les separaban nueve pisos de altura! No era como si uno de los dos fuera a irse a vivir a Uzushiogakure o Kusagakure.
—Hasta... ¿pasado mañana? —dijo Daruu, dubitativo—. No sé cuándo querrá quedar Kori-sensei para retomar las misiones. Pero yo ya estoy preparado
—Yo también... ¡Y espero que sea pronto!
—En fin... buenas noches... cariño.
A aquellas alturas de la noche, las mejillas de Ayame ya eran un letrero de neón con vida propia.
—H... Ha... Hasta mañana... Te quiero...
Ayame se volvió hacia su portal entre largas zancadas y no tardó ni dos segundos en atravesarlo. Aunque una parte de ella se había quedado con Daruu en la entrada de la pastelería, deseando quedarse con él...