21/05/2018, 22:33
Conscientes de lo precaria de su situación, los dos shinobi se abalanzaron hacia el exterior de la vivienda. Con las prisas, Eri no llegó a ver nada notable en la capa que colgaba de la percha antes de salir de la habitación y, esta vez por suerte para ambos, ninguno de los dos llegó a tropezarse en las escaleras.
Volvieron al abrigo de la noche y, tan rápido como pudieron, se dirigieron a toda prisa hacia el puerto de Taikarune. Aún así el trayecto les costó otros quince minutos, en parte porque Eri tenía que frenar el ritmo para que Nabi no la perdiera de vista, pero sobre todo porque al llegar a la avenida principal de la ciudad volvieron a verse ahogados por la densidad de la multitud. Pero al fin llegaron, y, para alivio de ambos, el puerto volvía a estar mucho más calmado. Aunque ambos oyeron con claridad las emocionadas voces de una niña que exclamaba que estaba deseando ver los fuegos artificales que se harían a media noche...
Volvieron al abrigo de la noche y, tan rápido como pudieron, se dirigieron a toda prisa hacia el puerto de Taikarune. Aún así el trayecto les costó otros quince minutos, en parte porque Eri tenía que frenar el ritmo para que Nabi no la perdiera de vista, pero sobre todo porque al llegar a la avenida principal de la ciudad volvieron a verse ahogados por la densidad de la multitud. Pero al fin llegaron, y, para alivio de ambos, el puerto volvía a estar mucho más calmado. Aunque ambos oyeron con claridad las emocionadas voces de una niña que exclamaba que estaba deseando ver los fuegos artificales que se harían a media noche...