22/05/2018, 00:39
¡Tap!
Datsue empezó a dar vueltas sobre el sombrero de la seta, con una mano en el mentón y el ceño fruncido. Estuvo así durante varios minutos, a veces parándose momentáneamente para soltar alguna maldición, o para lamentarse de no haber prestado atención en la Academia cuando daban la clase de orientación básica.
¡Tap, tap!
—A ver, está el sol, por desgracia descartado. Las estrellas, también descartadas. El truco del palito y su sombra también podría servir… si no estuviese sumergido en la jodida penumbra. ¡Descartado! —A más hablaba, más se enfadaba—. El musgo nacía hacia el norte, ¿no? Pero, joder, ¿qué musgo va a nacer aquí? ¡Joder, joder, joder!
¡Tap, tap! ¡Tap!
Sí, Uchiha Datsue llevaba muy mal perderse.
¡Tap!
—Joder, ¿pero qué mierda es ese ruido?
Si tuviese que describírselo a alguien, Datsue diría que aquel ruido era el producto de una encarnizada batalla entre un kusajin y un árbol. «Y apuesto por el árbol sin ningún tipo de duda». Sonrió, deseando que hubiese estado acompañado por alguien a quien pudiese soltarle aquel comentario. Podría decírselo al propio chico, por supuesto, pero primero, estaba en el País del Bosque. Segundo, no conocía la habilidad real de aquel shinobi. Y tercero, y más importante, no era un suicida.
El Uchiha había llegado hasta allí guiado por los golpes de taijutsu del kusajin, que sonaban al tap, tap, tap. Había descendido hasta el suelo, y caminaba ahora hacia él por un flanco, asegurándose de producir pisadas sonoras e incluso imitar la melodía de una canción silbando. Buscaba hacerse oír, pues lo último que quería era que aquel chico con rastas —y ahora que se fijaba, también su perro—, se pensase que estaba tendiéndole una emboscada. Había oído mil historias de ninjas muertos por una equivocación tan tonta como aquella, y él no quería ser el protagonista de la mil una.
Entonces se dio cuenta que aquella era la canción que tanto le gustaba a Aiko, y el silbido murió de sus labios como un sueño tonto de verano. Tardó un instante en recomponerse.
—¡Tienes un estilo muy peculiar! —se obligó a exclamar, a cierta distancia, con las manos en los bolsillos—. Me gusta tu posición de guardia. —«Aunque me pregunto si funcionará igual de bien contra alguien que no sea un árbol», quiso añadir.
Datsue empezó a dar vueltas sobre el sombrero de la seta, con una mano en el mentón y el ceño fruncido. Estuvo así durante varios minutos, a veces parándose momentáneamente para soltar alguna maldición, o para lamentarse de no haber prestado atención en la Academia cuando daban la clase de orientación básica.
¡Tap, tap!
—A ver, está el sol, por desgracia descartado. Las estrellas, también descartadas. El truco del palito y su sombra también podría servir… si no estuviese sumergido en la jodida penumbra. ¡Descartado! —A más hablaba, más se enfadaba—. El musgo nacía hacia el norte, ¿no? Pero, joder, ¿qué musgo va a nacer aquí? ¡Joder, joder, joder!
¡Tap, tap! ¡Tap!
Sí, Uchiha Datsue llevaba muy mal perderse.
¡Tap!
—Joder, ¿pero qué mierda es ese ruido?
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Si tuviese que describírselo a alguien, Datsue diría que aquel ruido era el producto de una encarnizada batalla entre un kusajin y un árbol. «Y apuesto por el árbol sin ningún tipo de duda». Sonrió, deseando que hubiese estado acompañado por alguien a quien pudiese soltarle aquel comentario. Podría decírselo al propio chico, por supuesto, pero primero, estaba en el País del Bosque. Segundo, no conocía la habilidad real de aquel shinobi. Y tercero, y más importante, no era un suicida.
El Uchiha había llegado hasta allí guiado por los golpes de taijutsu del kusajin, que sonaban al tap, tap, tap. Había descendido hasta el suelo, y caminaba ahora hacia él por un flanco, asegurándose de producir pisadas sonoras e incluso imitar la melodía de una canción silbando. Buscaba hacerse oír, pues lo último que quería era que aquel chico con rastas —y ahora que se fijaba, también su perro—, se pensase que estaba tendiéndole una emboscada. Había oído mil historias de ninjas muertos por una equivocación tan tonta como aquella, y él no quería ser el protagonista de la mil una.
Entonces se dio cuenta que aquella era la canción que tanto le gustaba a Aiko, y el silbido murió de sus labios como un sueño tonto de verano. Tardó un instante en recomponerse.
—¡Tienes un estilo muy peculiar! —se obligó a exclamar, a cierta distancia, con las manos en los bolsillos—. Me gusta tu posición de guardia. —«Aunque me pregunto si funcionará igual de bien contra alguien que no sea un árbol», quiso añadir.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado