30/05/2018, 22:40
(Última modificación: 30/05/2018, 22:41 por Inuzuka Etsu.)
Datsue le frenó el puñetazo directamente con la palma de su mano, afianzando la mano del shinobi de Kusa en la misma acción. Etsu, que carecía de demasiada fuerza, apenas pudo zafarse de la presa que su oponente le hizo al puño, pero en contra-medida lanzó una rápida patada. Datsue reaccionó saltando hacia detrás, soltando la mano del rastas y evadiendo con el propio salto la susodicha patada. Su mirada maliciosa lo dijo todo...
Algo había hecho.
Apenas había esquivado su patada, el de cabellera azabache realizó el sello del carnero. De pronto, desde el puño del genin de Kusa comenzaron a brotar un sinfín de letras que rápidamente se expandieron por todo su cuerpo a modo de regueros de tinta. Tan pronto como las letras cubrieron su cuerpo, pararon de moverse, y con ello se sentenció la acción de Datsue.
«P-pero qué cojones...» pensó el Inuzuka, sin saber qué diantres sucedía.
Trató de preguntarle qué había hecho, pero ni tan siquiera sus labios quisieron acompañarlo. No podía hacer absolutamente nada, ni mover los pies, ni la boca, ni los brazos... estaba completamente paralizado, de pies a cabeza. Sus ojos se abrieron como platos, mientras que buscaba con sus orbes en todas direcciones.
«¿¿¡¡QUE COJONES!!??»
Nada, no podía hacer absoluta y rotundamente nada. Su cuerpo no quería obedecerlo.
Algo había hecho.
Apenas había esquivado su patada, el de cabellera azabache realizó el sello del carnero. De pronto, desde el puño del genin de Kusa comenzaron a brotar un sinfín de letras que rápidamente se expandieron por todo su cuerpo a modo de regueros de tinta. Tan pronto como las letras cubrieron su cuerpo, pararon de moverse, y con ello se sentenció la acción de Datsue.
«P-pero qué cojones...» pensó el Inuzuka, sin saber qué diantres sucedía.
Trató de preguntarle qué había hecho, pero ni tan siquiera sus labios quisieron acompañarlo. No podía hacer absolutamente nada, ni mover los pies, ni la boca, ni los brazos... estaba completamente paralizado, de pies a cabeza. Sus ojos se abrieron como platos, mientras que buscaba con sus orbes en todas direcciones.
«¿¿¡¡QUE COJONES!!??»
Nada, no podía hacer absoluta y rotundamente nada. Su cuerpo no quería obedecerlo.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~