1/06/2018, 18:03
—¡¿Dónde está?! —bramó Eri, enardecida al no haber encontrado lo que estaba buscando dentro de la bolsa—. ¿Has vendido la Pata de Bronce, Doro-san? ¿Es eso? —le interrogó, apretando el agarre de las cadenas, y Doro soltó un gemido ahogado por las lágrimas—. ¡Contesta!
—¡Por favor, no...! ¡No tenía elección!
—Suéltale, no tiene sentido mantenerlo aquí parado —intervino el otro muchacho, y Doro le miró con ojos iluminados por la esperanza... Antes de que completara la frase—, lo llevaremos ante el dueño del museo y ya veremos qué hacemos, pero antes... Stuffy haz lo tuyo.
—¡No, esper...! ¡¿PERO QUÉ ESTÁS HACIENDO?! —gritó Doro, cuando el animal, junto a él, levantó una pata y le orinó en las piernas. Profundamente asqueado, el hombre se retorció en un vano intento de alejarse del animal (y quizás incluso de asestarle una patada). Sin embargo, nuevamente, no lo consiguió. Por ello, volvió a dirigirse hacia los dos genin con ojos implorantes—. ¡Por favor, no me llevéis con Tono-sama! ¡¡OS LO RUEGO!! Yo... yo... —el hombre se interrumpió momentáneamente, con la boca entreabierta al caer en la cuenta de algo. Fue entonces cuando volvió a mirar a los dos shinobi, tembloroso por la expectación—. S... Sois ninjas... Entonces... Queréis... ¿Queréis el dinero, verdad? Puedo... puedo pagaros y así me dejaréis marchar. ¡Seguro que en esa bolsa hay más dinero que el que os pagarán por vuestra misión original! ¿No es así? ¿Eh? ¿Qué me decís? No puedo daros todo el dinero... ¡Pero podemos repartirlo entre los tres!
»¿Qué me decís? ¿Trato hecho?
—¡Por favor, no...! ¡No tenía elección!
—Suéltale, no tiene sentido mantenerlo aquí parado —intervino el otro muchacho, y Doro le miró con ojos iluminados por la esperanza... Antes de que completara la frase—, lo llevaremos ante el dueño del museo y ya veremos qué hacemos, pero antes... Stuffy haz lo tuyo.
—¡No, esper...! ¡¿PERO QUÉ ESTÁS HACIENDO?! —gritó Doro, cuando el animal, junto a él, levantó una pata y le orinó en las piernas. Profundamente asqueado, el hombre se retorció en un vano intento de alejarse del animal (y quizás incluso de asestarle una patada). Sin embargo, nuevamente, no lo consiguió. Por ello, volvió a dirigirse hacia los dos genin con ojos implorantes—. ¡Por favor, no me llevéis con Tono-sama! ¡¡OS LO RUEGO!! Yo... yo... —el hombre se interrumpió momentáneamente, con la boca entreabierta al caer en la cuenta de algo. Fue entonces cuando volvió a mirar a los dos shinobi, tembloroso por la expectación—. S... Sois ninjas... Entonces... Queréis... ¿Queréis el dinero, verdad? Puedo... puedo pagaros y así me dejaréis marchar. ¡Seguro que en esa bolsa hay más dinero que el que os pagarán por vuestra misión original! ¿No es así? ¿Eh? ¿Qué me decís? No puedo daros todo el dinero... ¡Pero podemos repartirlo entre los tres!
»¿Qué me decís? ¿Trato hecho?