14/06/2018, 16:16
El mayor de los Uchiha alzó una ceja, molesto por la repentina condescendencia con la que su Hermano le explicaba sus desvaríos amorosos con una kunoichi extranjera como si fuesen lo más normal del mundo. «Como todo esto acabe relacionado de algún modo con tu degradación... ¡Maldita sea, Datsue-kun! ¡Presta atención a lo importante y deja de perseguir faldas!» se quejaba Akame para su fuero interno.
¡Pues claro que a él nada le había parecido sospechoso! Normalmente Akame prestaba la misma atención a las aventuras de chicas de su Hermano que la que le dedicaría a una mariposa de colores especialmente vivos. Al principio lucía interesante y novedoso, pero después uno acababa viendo que no había nada más debajo.
¿O sí? Datsue estaba a punto de demostrarle que —para mala fortuna de ambos— se equivocaba. Porque lo suyo con Aiko sí que había echado raíces, unas tan fuertes y que se hundían tan hondo en su propio ser que estaban envenenándole el seso.
—Por las tetas de Amaterasu, ¿tú te estás oyendo? —replicó Akame, tratando de contener la mala baba que le estaba viniendo a la boca—. ¡Eres un ninja del Remolino, y ella de la Lluvia! Por supuesto que dejó de acudir a "las citas", hay mil millones de motivos por los que lo haría. ¡Es una ku-no-i-chi, compadre! —vocalizó exageradamente el Uchiha—. La gente se muere a todas horas en este gremio.
Entonces, el súbito giro de la conversación le sorprendió. Akame calló unos momentos, desconcertado, mientras una pequeña parte de su cabeza luchaba por atar dos cabos que, en ese instante, se encontraban extremadamente próximos.
—Sí, Inoue Keisuke, pero...
¡Pues claro que a él nada le había parecido sospechoso! Normalmente Akame prestaba la misma atención a las aventuras de chicas de su Hermano que la que le dedicaría a una mariposa de colores especialmente vivos. Al principio lucía interesante y novedoso, pero después uno acababa viendo que no había nada más debajo.
¿O sí? Datsue estaba a punto de demostrarle que —para mala fortuna de ambos— se equivocaba. Porque lo suyo con Aiko sí que había echado raíces, unas tan fuertes y que se hundían tan hondo en su propio ser que estaban envenenándole el seso.
—Por las tetas de Amaterasu, ¿tú te estás oyendo? —replicó Akame, tratando de contener la mala baba que le estaba viniendo a la boca—. ¡Eres un ninja del Remolino, y ella de la Lluvia! Por supuesto que dejó de acudir a "las citas", hay mil millones de motivos por los que lo haría. ¡Es una ku-no-i-chi, compadre! —vocalizó exageradamente el Uchiha—. La gente se muere a todas horas en este gremio.
Entonces, el súbito giro de la conversación le sorprendió. Akame calló unos momentos, desconcertado, mientras una pequeña parte de su cabeza luchaba por atar dos cabos que, en ese instante, se encontraban extremadamente próximos.
—Sí, Inoue Keisuke, pero...