15/06/2018, 23:54
El escarpado paisaje fue testigo de cómo la discusión escaló rápidamente en cuestión de momentos. Ante la réplica de Datsue, Akame guardó silencio. Trataba de analizar la situación con frialdad, a sabiendas de que aquello último quizás había escocido en demasía a su Hermano. El jōnin realizó una respiración pausada, tranquila. Prolongó su mutis un poco más y luego habló.
—Compadre, vuelve a la Tierra. Todo eso de tu aventura amorosa con ella está... Eh, está bien, sí, es interesante y todo eso —torpemente, Akame trataba de compensar la balanza—. Pero seamos realistas. Hay, literalmente, cero vías con las que puedas ayudar a esa chica. Menos todavía después de haber cabreado a Hanabi-sama.
"El retrocés", se podría llamar lo que estaba haciendo Akame en ese momento.
—¿No lo entiendes? Sea cual sea el castigo que le han impuesto a esa muchacha, está fuera de tus límites. De los límites de cualquier persona de Uzushiogakure no Sato.
«Por todos los dioses, Datsue-kun, entra en razón...»
El jōnin levantó los brazos con gesto conciliador. Realmente deseaba hacerle entender a su Hermano que no había absolutamente nada que él pudiera hacer, que el mundo ninja era así; pero no encontraba como. Nunca se le habían dado bien esas cosas.
—Dejémonos de historias, ¿eh? Volvamos a la Aldea, mañana podríamos ir a la playa y luego almorzar en el chiringuito ese que tanto te gusta, ¿sí?
—Compadre, vuelve a la Tierra. Todo eso de tu aventura amorosa con ella está... Eh, está bien, sí, es interesante y todo eso —torpemente, Akame trataba de compensar la balanza—. Pero seamos realistas. Hay, literalmente, cero vías con las que puedas ayudar a esa chica. Menos todavía después de haber cabreado a Hanabi-sama.
"El retrocés", se podría llamar lo que estaba haciendo Akame en ese momento.
—¿No lo entiendes? Sea cual sea el castigo que le han impuesto a esa muchacha, está fuera de tus límites. De los límites de cualquier persona de Uzushiogakure no Sato.
«Por todos los dioses, Datsue-kun, entra en razón...»
El jōnin levantó los brazos con gesto conciliador. Realmente deseaba hacerle entender a su Hermano que no había absolutamente nada que él pudiera hacer, que el mundo ninja era así; pero no encontraba como. Nunca se le habían dado bien esas cosas.
—Dejémonos de historias, ¿eh? Volvamos a la Aldea, mañana podríamos ir a la playa y luego almorzar en el chiringuito ese que tanto te gusta, ¿sí?