17/06/2018, 13:37
Akame esbozó una media sonrisa cuando su compadre pareció quedarse sin palabras. Ya podía intuir la victoria, pero no quiso hacerse ilusiones. Datsue era como un astuto jugador de shōgi; sabía que la mejor forma de ganar era hacer creer al contrario que va bien encaminado.
«Y ahí está», se confirmó a sí mismo el jōnin.
Su Hermano volvía a la carga para incidir en su idea de un plan para liberar a Aiko del fondo del Gran Lago de Amegakure. «Una empresa suicida, se mire por donde se mire». Akame suspiró.
—No me estás escuchando, Datsue —respondió mientras se masajeaba la sien derecha con una mano—. ¿En qué idioma quieres que te lo diga? Toda esta idea tuya no tiene el más mínimo sentido, lo único que vas a conseguir es que te maten, ¡coño!
Se acercó a su compañero de aventuras y le zarandeó por los hombros para voltearlo. Luego buscó su mirada.
—No sé qué fantasmas estás persiguiendo, pero te aseguro que no los vas a alcanzar —susurró el Uchiha—. Solo... Déjalo ir.
«Y ahí está», se confirmó a sí mismo el jōnin.
Su Hermano volvía a la carga para incidir en su idea de un plan para liberar a Aiko del fondo del Gran Lago de Amegakure. «Una empresa suicida, se mire por donde se mire». Akame suspiró.
—No me estás escuchando, Datsue —respondió mientras se masajeaba la sien derecha con una mano—. ¿En qué idioma quieres que te lo diga? Toda esta idea tuya no tiene el más mínimo sentido, lo único que vas a conseguir es que te maten, ¡coño!
Se acercó a su compañero de aventuras y le zarandeó por los hombros para voltearlo. Luego buscó su mirada.
—No sé qué fantasmas estás persiguiendo, pero te aseguro que no los vas a alcanzar —susurró el Uchiha—. Solo... Déjalo ir.