17/06/2018, 18:47
Pero lejos de obedecer las órdenes del soldado, el joven y su perro se lanzaron a la carga. Stuffy saltó sobre el brazo que sostenía la navaja, y Doro, con una exclamación de sorpresa, se agitó sobre sí mismo antes de que Nabi llegara hasta él y soltó a la muchacha en un intento por deshacerse del perro.
Sin embargo, en su desesperado movimiento, el metálico filo del arma había recorrido el cuello de la kunoichi, que inevitablemente caería al suelo, inconsciente junto a la bolsa del dinero...
No era una herida demasiado profunda, así que con suerte no habría afectado de manera irreparable a su carótida, pero sangraba en abundancia. Estaba claro que, si no recibía atención médica pronto, su vida podría peligrar...
—¡Me...! ¡ME HABÉIS OBLIGADO A HACERLO! —aulló Doro, ido de sí y con el pánico reflejado en su rostro.
Y ni siquiera se preocupó por el dinero. Simplemente salió corriendo como alma que lleva el diablo. Corría y corría a lo largo del paseo marítimo para escapar de los dos ninjas y, seguramente, buscar escondite en los oscuros callejones de la ciudad.
¿Pero qué haría Nabi ahora?