17/06/2018, 23:01
Presión, presión, presión y más presión. Como el abuelo decía, la mejor defensa es un buen ataque, uno sin titubeos, que no deja al oponente la capacidad de reaccionar. Siguiendo esa senda, Etsu se precipitó sobre su oponente como un lunes de invierno, sin clemencia. Quería sentenciar al combate a su favor, y no parecía que Datsue estuviese de a cuerdo con ello. Al parecer éste no quería ceder el privilegio de la victoria, quería saborear la miel también.
Se lanzó en un salto que claramente le dejaba en vulnerabilidad, un claro y gigante cartel de "golpeame" relució sobre su cabeza, un cartel tan flamante y llamativo que era imposible no hacerle caso. Evidentemente, Datsue y un arma que había aparecido por arte de magia en su mano, vieron esa buena oportunidad. Pero, todo cambió en un último instante, Etsu cambió la trayectoria de su salto en el mismo, pensando que sería lo suficientemente bueno como para engañar a su oponente. Sin embargo, éste ni corto ni perezoso, pareció leer sus movimientos, sus intenciones, su mente.
«¡Mierda!»
Al instante lo comprendió, golpearía a su oponente, pero éste iba a causarle una buena herida. Pensado y hecho. Pero no podía ceder, al menos no en ese momento, había puesto una gran energía en ese movimiento, y aunque quisiese ya no podía detenerse a sí mismo. Un intenso dolor le sacudió desde el estómago, y con la misma rabia sacudió el rostro del Uchiha. Fue un golpe rotundo, intenso y sin duda pleno. Aunque éste había intentado desviar el golpe en última instancia, la misma fuerza centrífuga se lo había hecho imposible.
—¡Tsk! —chasqueó la lengua, desviando por un instante su mirada a su estómago, donde el metal estaba clavado, haciéndole sangrar.
Al volver su mirada a Datsue pudo observar que no era el único sangrante. Aunque la diferencia era bastante grande, el Uchiha tenía un reguero de sangre cayendo por el labio. Datsue, notoriamente enfadado y con el antebrazo de Etsu tomado aún, aseguró que el encuentro había acabado.
«Hostia... ¡mierda!... no me digas que...» su mirada se fue directa hacia el brazo que el Uchiha había interpuesto para que no golpease su rostro. Sin mas, pensó que éste de nuevo iba a usar la sucia estrategia esa que le había paralizado anteriormente, esa que aseguró que no volvería a topar. Cual buen humano, tropezó dos veces con la misma piedra del maldito camino.
«Dos veces lo mismo, dos putas veces has caído en lo mismo... joder.»
Y sin pensar en las consecuencias demasiado, aprovechando que éste tenía agarrado levemente su antebrazo, terminó por llevar su otra mano por el lado contrario hacia la nuca del chico. Entre tanto, la mano que había golpeado buscó al igual que su contraria el recoveco hasta llegar al mismo lugar, tomando al chico en un agarre perfecto para el combate en extremadamente corta distancia. No sabía cuanto tiempo iba a pasar hasta que le afectase la parálisis, pero sin duda lo iba a aprovechar para lo que el Uchiha quería hacer, terminar el combate.
A su espalda, unos diminutos pasos que claramente no pertenecían a una persona se hicieron notorios.
Pero antes que eso, un impulso casi instantáneo al ejecutar la presa. Un impulso que vino buscando elevar su rodilla hasta el estómago del chico, donde la hundiría sin piedad. El gesto lo acompañaría tirando del chico hacia sí mismo, buscando desestabilizarlo lo suficiente para que el golpe entrase. Tras ello, no conforme con ese fugaz golpe, buscaría un segundo golpe de rodilla con la pierna adversa.
Fuese o no efectivo, hiciese bien o no su trabajo, el refuerzo había llegado. Akane, directo y rápido como un rayo en una tormentosa noche, se lanzaría hacia el gemelo de Datsue, donde mordería con rabia.
Las fauces se había dirigido hacia la presa, dado que la presa no había retrocedido mas.
Se lanzó en un salto que claramente le dejaba en vulnerabilidad, un claro y gigante cartel de "golpeame" relució sobre su cabeza, un cartel tan flamante y llamativo que era imposible no hacerle caso. Evidentemente, Datsue y un arma que había aparecido por arte de magia en su mano, vieron esa buena oportunidad. Pero, todo cambió en un último instante, Etsu cambió la trayectoria de su salto en el mismo, pensando que sería lo suficientemente bueno como para engañar a su oponente. Sin embargo, éste ni corto ni perezoso, pareció leer sus movimientos, sus intenciones, su mente.
«¡Mierda!»
Al instante lo comprendió, golpearía a su oponente, pero éste iba a causarle una buena herida. Pensado y hecho. Pero no podía ceder, al menos no en ese momento, había puesto una gran energía en ese movimiento, y aunque quisiese ya no podía detenerse a sí mismo. Un intenso dolor le sacudió desde el estómago, y con la misma rabia sacudió el rostro del Uchiha. Fue un golpe rotundo, intenso y sin duda pleno. Aunque éste había intentado desviar el golpe en última instancia, la misma fuerza centrífuga se lo había hecho imposible.
—¡Tsk! —chasqueó la lengua, desviando por un instante su mirada a su estómago, donde el metal estaba clavado, haciéndole sangrar.
Al volver su mirada a Datsue pudo observar que no era el único sangrante. Aunque la diferencia era bastante grande, el Uchiha tenía un reguero de sangre cayendo por el labio. Datsue, notoriamente enfadado y con el antebrazo de Etsu tomado aún, aseguró que el encuentro había acabado.
«Hostia... ¡mierda!... no me digas que...» su mirada se fue directa hacia el brazo que el Uchiha había interpuesto para que no golpease su rostro. Sin mas, pensó que éste de nuevo iba a usar la sucia estrategia esa que le había paralizado anteriormente, esa que aseguró que no volvería a topar. Cual buen humano, tropezó dos veces con la misma piedra del maldito camino.
«Dos veces lo mismo, dos putas veces has caído en lo mismo... joder.»
Y sin pensar en las consecuencias demasiado, aprovechando que éste tenía agarrado levemente su antebrazo, terminó por llevar su otra mano por el lado contrario hacia la nuca del chico. Entre tanto, la mano que había golpeado buscó al igual que su contraria el recoveco hasta llegar al mismo lugar, tomando al chico en un agarre perfecto para el combate en extremadamente corta distancia. No sabía cuanto tiempo iba a pasar hasta que le afectase la parálisis, pero sin duda lo iba a aprovechar para lo que el Uchiha quería hacer, terminar el combate.
A su espalda, unos diminutos pasos que claramente no pertenecían a una persona se hicieron notorios.
Pero antes que eso, un impulso casi instantáneo al ejecutar la presa. Un impulso que vino buscando elevar su rodilla hasta el estómago del chico, donde la hundiría sin piedad. El gesto lo acompañaría tirando del chico hacia sí mismo, buscando desestabilizarlo lo suficiente para que el golpe entrase. Tras ello, no conforme con ese fugaz golpe, buscaría un segundo golpe de rodilla con la pierna adversa.
Fuese o no efectivo, hiciese bien o no su trabajo, el refuerzo había llegado. Akane, directo y rápido como un rayo en una tormentosa noche, se lanzaría hacia el gemelo de Datsue, donde mordería con rabia.
Las fauces se había dirigido hacia la presa, dado que la presa no había retrocedido mas.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~