21/06/2018, 18:21
Con el primer rayo de luz asomando por la ventana, el día daba comienzo. La peculiar y efímera noche por fin pasaba. El sonido de gallos cacareando así lo confirmaban también. En el umbral de la puerta que daba hacia las habitaciones, una cabellera rojiza y unos orbes de tono azul intenso apenas asomaban. Tímida como una rosa sin espinas, la pequeña hija de Tomohiro observaba a los "extraños".
Una mujer de veintipocos años terminó por salir de la habitación contigua, acariciando la cabellera de la pequeña. Ésta, vestida con un kimono bastante deshilachado de tono verde, se acercó hacia los genins. Sin mas, realizó una pequeña reverencia, obviamente hacia éstos.
—Buenos días, mi nombre es Tomohiro Otohana —se presentó —si me dan un momento, les prepararé el desayuno.
»Mi marido ha salido a primera hora para comprar unas semillas y tras ello iba hacia el huerto que tenemos tras la casa. Si necesitan alguna cosa, pueden decírmelo a mi.
Antes de ponerse la mujer a la faena, esperó una respuesta. Quizás los chicos tenían otros planes o intenciones.
Una mujer de veintipocos años terminó por salir de la habitación contigua, acariciando la cabellera de la pequeña. Ésta, vestida con un kimono bastante deshilachado de tono verde, se acercó hacia los genins. Sin mas, realizó una pequeña reverencia, obviamente hacia éstos.
—Buenos días, mi nombre es Tomohiro Otohana —se presentó —si me dan un momento, les prepararé el desayuno.
»Mi marido ha salido a primera hora para comprar unas semillas y tras ello iba hacia el huerto que tenemos tras la casa. Si necesitan alguna cosa, pueden decírmelo a mi.
Antes de ponerse la mujer a la faena, esperó una respuesta. Quizás los chicos tenían otros planes o intenciones.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~