23/06/2018, 05:13
—Eh, compañero, vamos un rato con ella. A ver si nos tranquilizamos todos un poco.
Kaido asintió con cierto desdén y abandonó su silla al poco después, para seguir a Daruu hasta los linderos de la barandilla en la que reposaba Ayame. Acabó finalmente por dejarse caer sobre la plancha de madera con los codos de por medio y paseó con la mirada el recorrido que trazó el dedo de su compañero que señaló al todo y a la nada, sino al pintoresco plano general que se ceñía en su horizonte y que no era más que un juego de coloridos matices que les regalaba la naturaleza en forma de un espectacular ocaso. Él sonrió, con sus ojos aguamarina reflejando los pardos y violetas del variopinto panorama.
—Un bonito atardecer ¿Verdad, Kaido-kun?
—¡Oh, sí! maravilloso. Aunque se me hará más bonito cuando tomemos el viaje de regreso, ya sabes; cuando traiga puesto mi chaleco de chunin. ¿O es que ya estás aquí maquinando cómo harás para arrebatárnoslo, eh Ayame-chan?
Kaido asintió con cierto desdén y abandonó su silla al poco después, para seguir a Daruu hasta los linderos de la barandilla en la que reposaba Ayame. Acabó finalmente por dejarse caer sobre la plancha de madera con los codos de por medio y paseó con la mirada el recorrido que trazó el dedo de su compañero que señaló al todo y a la nada, sino al pintoresco plano general que se ceñía en su horizonte y que no era más que un juego de coloridos matices que les regalaba la naturaleza en forma de un espectacular ocaso. Él sonrió, con sus ojos aguamarina reflejando los pardos y violetas del variopinto panorama.
—Un bonito atardecer ¿Verdad, Kaido-kun?
—¡Oh, sí! maravilloso. Aunque se me hará más bonito cuando tomemos el viaje de regreso, ya sabes; cuando traiga puesto mi chaleco de chunin. ¿O es que ya estás aquí maquinando cómo harás para arrebatárnoslo, eh Ayame-chan?