2/07/2018, 16:52
Pero claro que Akame tenía un as bajo la manga. Lo supo antes de estrellar el kunai en su cuerpo. Antes incluso de, pese a estar herido, sonreír. Lo supo en el momento en que vio el manto de su chakra, brillando apenas la tercera parte de lo que acostumbraba a hacer. ¿Qué le había hecho gastarse semejante cantidad de energía en un suspiro?
«¿Kage Bunshin?»
Notó las manos de él aferrándose en su antebrazo. No apartando el arma, ni tratando de que no abriese todavía más su herida, sino sujetándolo firmemente, como un cepo para osos haría sobre la patita de un animal.
—¡Mierda!
El Kage Bunshin de en frente se dio la vuelta al oír un grito, justo a tiempo para ver su final. Él era Izanami, contemplando como su compañero de toda la vida le cerraba las puertas del Yomi para no volver a ver la luz del sol nunca más.
No había tiempo para el Sello Magnético de los Cinco Elementos, ni para contrarrestar la ofensiva inminente con uno de sus katones. En un parpadeo, se iba a convertir en ceniza. Un parpadeo…
… Un parpadeo era todo lo que necesitaba.
El sello del Carnero se formó en su mano, y su cuerpo parpadeó. Aprovechando la súbita velocidad conferida por el Sunshin no Jutsu, placó al Akame que sujetaba a su original, al mismo tiempo que le mordía en el cuello…
Era demasiado tarde. Demasiado tarde. Se había confiado por el súbito poder que corría por sus venas, y ahora no tenía tiempo a nada. Ni siquiera tenía las dos manos para formar sellos…
Sellos. Había cierta técnica que solo necesitaba un sello de una mano. Lo formó.
Amateratsu y Fūjin se unieron contra él.
Un parpadeo…
¡Pluff!
El tercer clon, perdido en la nuca del Arashikage, había oído un grito. Luego, el crepitar de un colosal incendio. La ola de calor le golpeó como un día de verano en el País del Viento al salir de una casa con aire acondicionado.
Sin pensarlo, corrió hasta la cima, extrayendo tres estrellas metálicas y lanzándolas. Dos al Akame que había invocado al fuego de Amateratsu. Una al que había invocado al viento de Fūjin. Las tres al torso.
En el medio, sobre la piedra candente, una katana. La katana de Akame.
Datsue hincó una rodilla en la superficie del lago. Sudaba, y respiraba agitadamente, como si sus pulmones no se diesen llenado del suficiente oxígeno. A efectos prácticos, acababa de hacer un Sunshin y un Kawarimi al mismo tiempo. Vio estrellitas de luz aquí y allá, y se encontraba mareado, como sin fuerzas.
—Necesito más… —balbuceó—. Dame más... ¡Dame más! ¡Dame más! ¡DAME MÁS!
Un rayo hendió el aire.
Un trueno retumbó por toda la superficie del lago y la hizo vibrar. No, no vibraba por el trueno, sino por…
—¡¡¡GRROOOOOOAAAAAAAAAAAAAAARRR!!!
Datsue ya no era Datsue, sino un híbrido. Mitad bestia, mitad Uchiha. La arena recubría la mitad de su cuerpo —el lado izquierdo—, con marcas de sellado negras dibujadas, y su mano y pie izquierdo se habían convertido en garras. La oreja izquierda era la de un tanuki, y la mitad de su boca una imponente sierra. Tenía una cola de arena, y estaba muy, muy cabreado.
«¿Kage Bunshin?»
Notó las manos de él aferrándose en su antebrazo. No apartando el arma, ni tratando de que no abriese todavía más su herida, sino sujetándolo firmemente, como un cepo para osos haría sobre la patita de un animal.
—¡Mierda!
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El Kage Bunshin de en frente se dio la vuelta al oír un grito, justo a tiempo para ver su final. Él era Izanami, contemplando como su compañero de toda la vida le cerraba las puertas del Yomi para no volver a ver la luz del sol nunca más.
No había tiempo para el Sello Magnético de los Cinco Elementos, ni para contrarrestar la ofensiva inminente con uno de sus katones. En un parpadeo, se iba a convertir en ceniza. Un parpadeo…
… Un parpadeo era todo lo que necesitaba.
El sello del Carnero se formó en su mano, y su cuerpo parpadeó. Aprovechando la súbita velocidad conferida por el Sunshin no Jutsu, placó al Akame que sujetaba a su original, al mismo tiempo que le mordía en el cuello…
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Era demasiado tarde. Demasiado tarde. Se había confiado por el súbito poder que corría por sus venas, y ahora no tenía tiempo a nada. Ni siquiera tenía las dos manos para formar sellos…
Sellos. Había cierta técnica que solo necesitaba un sello de una mano. Lo formó.
Amateratsu y Fūjin se unieron contra él.
Un parpadeo…
¡Pluff!
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El tercer clon, perdido en la nuca del Arashikage, había oído un grito. Luego, el crepitar de un colosal incendio. La ola de calor le golpeó como un día de verano en el País del Viento al salir de una casa con aire acondicionado.
Sin pensarlo, corrió hasta la cima, extrayendo tres estrellas metálicas y lanzándolas. Dos al Akame que había invocado al fuego de Amateratsu. Una al que había invocado al viento de Fūjin. Las tres al torso.
En el medio, sobre la piedra candente, una katana. La katana de Akame.
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Datsue hincó una rodilla en la superficie del lago. Sudaba, y respiraba agitadamente, como si sus pulmones no se diesen llenado del suficiente oxígeno. A efectos prácticos, acababa de hacer un Sunshin y un Kawarimi al mismo tiempo. Vio estrellitas de luz aquí y allá, y se encontraba mareado, como sin fuerzas.
—Necesito más… —balbuceó—. Dame más... ¡Dame más! ¡Dame más! ¡DAME MÁS!
Un rayo hendió el aire.
Un trueno retumbó por toda la superficie del lago y la hizo vibrar. No, no vibraba por el trueno, sino por…
—¡¡¡GRROOOOOOAAAAAAAAAAAAAAARRR!!!
Datsue ya no era Datsue, sino un híbrido. Mitad bestia, mitad Uchiha. La arena recubría la mitad de su cuerpo —el lado izquierdo—, con marcas de sellado negras dibujadas, y su mano y pie izquierdo se habían convertido en garras. La oreja izquierda era la de un tanuki, y la mitad de su boca una imponente sierra. Tenía una cola de arena, y estaba muy, muy cabreado.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado