4/08/2018, 12:02
Los pies de Daruu se toparon con la ardiente arena de una de las playas de Uzushiogakure.
—¡Ay! ¡Ay, ay, ay! ¡Ayayayayayay! —Saltó cambiando el peso del cuerpo de un pie a otro, y se acercó corriendo de esta forma tan humillante a un lugar más cercano al agua, donde la tierra estaba húmeda y por tanto más fresca. El muchacho hundió los dos pies en la arena y puso cara de bobalicón mientras suspiraba de alivio.
Ni siquiera se había dado cuenta de la ropa que, a unos metros de él, aguardaba a su dueña bajo una roca, protegiéndose del viento.
Daruu miró hacia un lado, y hacia otro. Se sentía estúpido, allí todo blanco y pálido él, vestido con un bañador mitad verde y mitad azul. Extendió su toalla, una negra con estampados de trozos de pizza que le había parecido extremadamente graciosa y que había comprado por el paseo de una zona comercial de la propia villa. Claro que, también le había dado hambre. Por eso se había comprado dos trozos de una pizza de verdad y los había engullido, también.
Se sentó en la toalla y contempló el bravo oleaje, allá al horizonte.
«Me bañaría, pero tengo que hacer la digestión» —asintió para sí mismo, y se recostó sobre la toalla.
...y pasaron los minutos...
Antes de que se diera cuenta, Daruu parecía un cangrejo, de lo rojo que estaba. Su piel paliducha de amejin no había resistido los rayos uva.
—¡Ay! ¡Ay, ay, ay! ¡Ayayayayayay! —Saltó cambiando el peso del cuerpo de un pie a otro, y se acercó corriendo de esta forma tan humillante a un lugar más cercano al agua, donde la tierra estaba húmeda y por tanto más fresca. El muchacho hundió los dos pies en la arena y puso cara de bobalicón mientras suspiraba de alivio.
Ni siquiera se había dado cuenta de la ropa que, a unos metros de él, aguardaba a su dueña bajo una roca, protegiéndose del viento.
Daruu miró hacia un lado, y hacia otro. Se sentía estúpido, allí todo blanco y pálido él, vestido con un bañador mitad verde y mitad azul. Extendió su toalla, una negra con estampados de trozos de pizza que le había parecido extremadamente graciosa y que había comprado por el paseo de una zona comercial de la propia villa. Claro que, también le había dado hambre. Por eso se había comprado dos trozos de una pizza de verdad y los había engullido, también.
Se sentó en la toalla y contempló el bravo oleaje, allá al horizonte.
«Me bañaría, pero tengo que hacer la digestión» —asintió para sí mismo, y se recostó sobre la toalla.
...y pasaron los minutos...
Antes de que se diera cuenta, Daruu parecía un cangrejo, de lo rojo que estaba. Su piel paliducha de amejin no había resistido los rayos uva.