8/08/2018, 22:43
Tan ensimismada estaba, que no notó la presencia de los recién llegados hasta que escuchó las voces. Desde su posición, algo más alejada de la orilla, no alcanzó a escuchar su contenido, pero aquel tono se le hacía muy, muy familiar...
—¿Uh?
Ayame se dio la vuelta sobre sí misma, sumergiendo de nuevo el cuerpo en el agua en el proceso y quedando apenas con los ojos y la nariz por encima, con sus cabellos oscuros flotando a su alrededor a la merced de los dedos de agua que la envolvían. No le costó encontrar el origen de la voz y no tardó en reconocerla, pese a que la kunoichi había recogido sus dos coletas en un moño por encima de su cabeza: Uzumaki Eri. Y estaba inclinada sobre otra silueta que, pese a su repentino e inusual tono rojizo de piel, tampoco le costó reconocer.
«Daruu-kun...» Afirmó para sí, inflando los mofletes en un deje de irritación. «Ese traidor...»
Y entonces una idea maligna cobró vida en su mente y se materializó en una sonrisa ladina.
Sus manos se entrelazaron en tres sellos, y el agua se agitó por delante de ella.
—¡Eri-chan, apártate! —exclamó, justo cuando un colosal delfín materializado con agua brillante como si estuviera cargada de estrellas. El falso animal trazó un perfecto arco en el cielo en uno de aquellos acrobáticos saltos característicos...
Para caer justo encima de Amedama Daruu.
—¿Uh?
Ayame se dio la vuelta sobre sí misma, sumergiendo de nuevo el cuerpo en el agua en el proceso y quedando apenas con los ojos y la nariz por encima, con sus cabellos oscuros flotando a su alrededor a la merced de los dedos de agua que la envolvían. No le costó encontrar el origen de la voz y no tardó en reconocerla, pese a que la kunoichi había recogido sus dos coletas en un moño por encima de su cabeza: Uzumaki Eri. Y estaba inclinada sobre otra silueta que, pese a su repentino e inusual tono rojizo de piel, tampoco le costó reconocer.
«Daruu-kun...» Afirmó para sí, inflando los mofletes en un deje de irritación. «Ese traidor...»
Y entonces una idea maligna cobró vida en su mente y se materializó en una sonrisa ladina.
Sus manos se entrelazaron en tres sellos, y el agua se agitó por delante de ella.
—¡Eri-chan, apártate! —exclamó, justo cuando un colosal delfín materializado con agua brillante como si estuviera cargada de estrellas. El falso animal trazó un perfecto arco en el cielo en uno de aquellos acrobáticos saltos característicos...
Para caer justo encima de Amedama Daruu.