14/08/2018, 18:28
Daruu aguantó el chaparrón como buenamente pudo, en silencio, con todo el cuerpo en tensión. Aguardó hasta que Ayame pronunció sus últimas palabras, y sólo entonces respondió:
—¡Tienes razón! ¡Tienes razón en todo! Y sabía que ibas a estar enfadada conmigo. Tienes mil razones para estarlo. Pero aún así... —objetó, y Ayame entrecerró peligrosamente los ojos—. ¡Aún así, Ayame, creo que hice lo correcto! ¡Sentí que Datsue ocultaba una información que debía obtener! ¡Cómo shinobi de Amegakure, lo consideré una prioridad! —el chico alzó el rostro, y clavó en ella sus ojos vidriosos—. Y era mucho más grande de lo que creía. Quiero compartirlo contigo, pero necesito estar a solas. Ahora sólo quiero que me perdones.
Él suspiró, pero Ayame, que había cruzado los brazos sobre el pecho, no respondió. Pedía perdón, pero para ella no era tan fácil. No después de haberla llamado "pequeña Kajitsu". No podía, simplemente, después de haberla comparado con aquel grupo de Hōzuki supremacistas.
—Ayame, Datsue tendrá que pagar el precio de sus errores contigo. Bueno, considerando que perdió el status de jōnin por ello yo diría que ha pagado... una parte —esa información ya la conocía, y su opinión al respecto, aunque cruel, seguía siendo la misma: "Se lo merece". Sin embargo, sus siguientes palabras...—. Pero esto... esto es serio. Yui podría estar en peligro. Y además, yo no soy un traidor, pero hay alguien que...
«¿Yui-sama? ¿En peligro?» Se preguntó, mirando de reojo a Daruu. Pero aquel parecía haber recordado de repente en la presencia de Eri.
—No puedo contarte más ahora mismo, pero pretendo confiártelo todo. Y a Kaido. Aunque él preferirá pegarme primero y hablar después.
—No os preocupéis por mí, yo ya me iba —habló ella, con una sonrisa triste. Parecía dispuesta a marcharse de verdad, pero antes de que pudiera hacer siquiera el amago, Ayame se le adelantó.
—¡Espera, Eri-chan! Yo... no quiero que te vayas... Siento todo este espectáculo, pero no te preocupes, ya tendremos tiempo de hablar de estas cosas después —añadió, lanzándole una significativa mirada a Daruu cargada de seriedad. "Esto no ha acabado", decían sus airados ojos.
—¡Tienes razón! ¡Tienes razón en todo! Y sabía que ibas a estar enfadada conmigo. Tienes mil razones para estarlo. Pero aún así... —objetó, y Ayame entrecerró peligrosamente los ojos—. ¡Aún así, Ayame, creo que hice lo correcto! ¡Sentí que Datsue ocultaba una información que debía obtener! ¡Cómo shinobi de Amegakure, lo consideré una prioridad! —el chico alzó el rostro, y clavó en ella sus ojos vidriosos—. Y era mucho más grande de lo que creía. Quiero compartirlo contigo, pero necesito estar a solas. Ahora sólo quiero que me perdones.
Él suspiró, pero Ayame, que había cruzado los brazos sobre el pecho, no respondió. Pedía perdón, pero para ella no era tan fácil. No después de haberla llamado "pequeña Kajitsu". No podía, simplemente, después de haberla comparado con aquel grupo de Hōzuki supremacistas.
—Ayame, Datsue tendrá que pagar el precio de sus errores contigo. Bueno, considerando que perdió el status de jōnin por ello yo diría que ha pagado... una parte —esa información ya la conocía, y su opinión al respecto, aunque cruel, seguía siendo la misma: "Se lo merece". Sin embargo, sus siguientes palabras...—. Pero esto... esto es serio. Yui podría estar en peligro. Y además, yo no soy un traidor, pero hay alguien que...
«¿Yui-sama? ¿En peligro?» Se preguntó, mirando de reojo a Daruu. Pero aquel parecía haber recordado de repente en la presencia de Eri.
—No puedo contarte más ahora mismo, pero pretendo confiártelo todo. Y a Kaido. Aunque él preferirá pegarme primero y hablar después.
—No os preocupéis por mí, yo ya me iba —habló ella, con una sonrisa triste. Parecía dispuesta a marcharse de verdad, pero antes de que pudiera hacer siquiera el amago, Ayame se le adelantó.
—¡Espera, Eri-chan! Yo... no quiero que te vayas... Siento todo este espectáculo, pero no te preocupes, ya tendremos tiempo de hablar de estas cosas después —añadió, lanzándole una significativa mirada a Daruu cargada de seriedad. "Esto no ha acabado", decían sus airados ojos.