16/08/2018, 19:42
(Última modificación: 23/08/2018, 16:23 por Uchiha Akame.)
«¿¡Pero qué...!?»
El propio lago, cuya furia había invocado antes Akame para vencer a su rival, parecía ahora revolverse violentamente contra el jōnin. De sus profundidades emergió un destello violáceo que ganó intensidad y amplitud en cuestión de segundos. Un torrente de agua que caía hacia arriba de forma súbitamente antinatural engulló al joven Uchiha antes de que éste pudiera reaccionar. Entonces, ocurrió.
Como si del lecho bajo el lago hubiese surgido una lengua de fuego de los mismísimos infiernos, las aguas se abrieron y una columna de luz cegadora se alzó hacia el cielo cubierto de nubes de tormenta. El lago se evaporaba a su paso, y Akame apenas tuvo tiempo de formar un sello de mano antes de ser tragado por aquella columna de pura energía. Un estruendo ensordecedor sacudió todo el Valle del Fin, presagiando la llegada de tiempos más oscuros...
Akame reposaba, boca arriba y ligeramente erguido, sobre la orilla del lago, a los pies de la estatua decapitada de Sumizu Kouta. Respiraba entrecortadamente mientras veía aquella gigantesca columna de luz disolverse en el aire tan rápido como había aparecido. La cabeza le dolía a horrores, los oídos le pitaban hasta el punto de perjudicar su equilibrio y cientos de gotas de agua caían sobre todo su cuerpo. Sólo la adrenalina del momento, que su corazón bombeaba con fuerza a todo su cuerpo, era capaz de mantenerle consciente.
El propio lago, cuya furia había invocado antes Akame para vencer a su rival, parecía ahora revolverse violentamente contra el jōnin. De sus profundidades emergió un destello violáceo que ganó intensidad y amplitud en cuestión de segundos. Un torrente de agua que caía hacia arriba de forma súbitamente antinatural engulló al joven Uchiha antes de que éste pudiera reaccionar. Entonces, ocurrió.
Como si del lecho bajo el lago hubiese surgido una lengua de fuego de los mismísimos infiernos, las aguas se abrieron y una columna de luz cegadora se alzó hacia el cielo cubierto de nubes de tormenta. El lago se evaporaba a su paso, y Akame apenas tuvo tiempo de formar un sello de mano antes de ser tragado por aquella columna de pura energía. Un estruendo ensordecedor sacudió todo el Valle del Fin, presagiando la llegada de tiempos más oscuros...
Akame reposaba, boca arriba y ligeramente erguido, sobre la orilla del lago, a los pies de la estatua decapitada de Sumizu Kouta. Respiraba entrecortadamente mientras veía aquella gigantesca columna de luz disolverse en el aire tan rápido como había aparecido. La cabeza le dolía a horrores, los oídos le pitaban hasta el punto de perjudicar su equilibrio y cientos de gotas de agua caían sobre todo su cuerpo. Sólo la adrenalina del momento, que su corazón bombeaba con fuerza a todo su cuerpo, era capaz de mantenerle consciente.