19/08/2018, 22:36
Y ella no era la única con aquella opinión. Daruu se había adelantado y no tardó en hablar:
—S-sí, por favor, Eri. N-no te vayas —balbuceó—. Mira, creo que lo último que necesitamos ahora es estar a solas, quizás necesitamos... pasarlo bien con una amiga. Sí, eso. ¿Quizás ir a por un poco de... pizza? A lo mejor así nos calmamos todos un poquito y podemos... Hablar.
—Daruu la miró con una sonrisa nerviosa, pero Ayame desvió la mirada y se alejó caminando por la arena.
No se alejó demasiado. Simplemente se acercó a la roca que había estado utilizando para proteger sus ropas y ahora las sacudía para quitarles de encima la arena para comenzar a vestirse: una camiseta de color azul atada a la cintura y una falda que volaba en torno a sus piernas con la brisa del mar. A modo de calzado, unas sandalias simples, negras.
—Esto... Pues... No te voy a negar un buen pedazo de pizza... —asintió Eri—. Pe-pero de verdad, que no pasa nada, ¡si tenéis que hablar de algo importante n-no quiero molestar!
Ayame giró sobre sus talones.
—¡No molestas! No hay nada que debamos hablar que no pueda esperar hasta más tarde —añadió, lanzándole a Daruu una afilada mirada por el rabillo del ojo, pero enseguida se volvió hacia la pelirroja. Sí, estaba evitando mirarle más de lo estrictamente necesario a propósito—. Aunque vas a tener que guiarnos, yo aún no conozco la aldea como tú y seguro que conoces los mejores sitios —sonrió.
—S-sí, por favor, Eri. N-no te vayas —balbuceó—. Mira, creo que lo último que necesitamos ahora es estar a solas, quizás necesitamos... pasarlo bien con una amiga. Sí, eso. ¿Quizás ir a por un poco de... pizza? A lo mejor así nos calmamos todos un poquito y podemos... Hablar.
—Daruu la miró con una sonrisa nerviosa, pero Ayame desvió la mirada y se alejó caminando por la arena.
No se alejó demasiado. Simplemente se acercó a la roca que había estado utilizando para proteger sus ropas y ahora las sacudía para quitarles de encima la arena para comenzar a vestirse: una camiseta de color azul atada a la cintura y una falda que volaba en torno a sus piernas con la brisa del mar. A modo de calzado, unas sandalias simples, negras.
—Esto... Pues... No te voy a negar un buen pedazo de pizza... —asintió Eri—. Pe-pero de verdad, que no pasa nada, ¡si tenéis que hablar de algo importante n-no quiero molestar!
Ayame giró sobre sus talones.
—¡No molestas! No hay nada que debamos hablar que no pueda esperar hasta más tarde —añadió, lanzándole a Daruu una afilada mirada por el rabillo del ojo, pero enseguida se volvió hacia la pelirroja. Sí, estaba evitando mirarle más de lo estrictamente necesario a propósito—. Aunque vas a tener que guiarnos, yo aún no conozco la aldea como tú y seguro que conoces los mejores sitios —sonrió.