14/09/2015, 15:37
Kaido podía verlo como si se tratase de un libro abierto. La confusión y la incógnita adornando un rostro tierno y delicado, señal de que la razón no encajaba realmente en lo que el tiburón estaba relatando. Porque, siendo sinceros; ¿quién en su sano juicio pensaría que alguien es capaz de durar toda una noche bajo el agua sin al menos tener que subir a llenar el tanque?...
Sin embargo, no era una intuición del todo errada la que ella estaba teniendo. Porque si bien el tiburón podía estar bajo el agua cuanto le saliera de los cojones, nunca había intentado lo de echarse una siesta y sería algo difícil de probar teniendo en cuenta que nadie podría despertarle para la hora del desayuno.
Y faltar a la mesa era lo que menos quería hacer, teniendo en cuenta lo molesto que se colaba Yarou-dono al ver un plato de comida desperdiciado.
—Has oído bien muchacha, puedo estar allí abajo cuanto tiempo se me antoje. Y tomar una siesta también si es lo que me place —contestó seguro de sí mismo—. Qué, ¿creías que esto de parecerme a un tiburón era una cosa de una sola dirección?... no no no.
El Gyojin volvió a esgrimir su sonrisa.
—Verás, la gente juzga por lo que ve o por lo que oye, ¿no es así?. ¡Eh, míralo! es el chico que se parece a un puto pescado. Tiene la piel azul y dientes afilados. Es un monstruo. ¿Y se equivocan?... pues no. ¿Pero que están rasgando poco más que la superficie de lo que tiene ser una bestia?... me temo que así es.
Kaido se chupó los dientes e hizo una extraña mueca en el rostro, como si algo le hubiese llegado a la punta de la lengua y no encontrara la forma de cómo soltarla. Aunque todo aquello resultó en que su mano derecha se moviera de arriba a bajo y terminara señalando a Ayame directamente, como si la idea de lo que estaba hablando hubiera recaído sobre su persona.
«Tú también eres un monstruo de cierta forma, Ayame-chan»
—Lo cierto es que este tipo de excentricidades siempre trae sus ventajas. Y quien más que tú para estar de acuerdo conmigo, ¿o me equivoco?
Sin embargo, no era una intuición del todo errada la que ella estaba teniendo. Porque si bien el tiburón podía estar bajo el agua cuanto le saliera de los cojones, nunca había intentado lo de echarse una siesta y sería algo difícil de probar teniendo en cuenta que nadie podría despertarle para la hora del desayuno.
Y faltar a la mesa era lo que menos quería hacer, teniendo en cuenta lo molesto que se colaba Yarou-dono al ver un plato de comida desperdiciado.
—Has oído bien muchacha, puedo estar allí abajo cuanto tiempo se me antoje. Y tomar una siesta también si es lo que me place —contestó seguro de sí mismo—. Qué, ¿creías que esto de parecerme a un tiburón era una cosa de una sola dirección?... no no no.
El Gyojin volvió a esgrimir su sonrisa.
—Verás, la gente juzga por lo que ve o por lo que oye, ¿no es así?. ¡Eh, míralo! es el chico que se parece a un puto pescado. Tiene la piel azul y dientes afilados. Es un monstruo. ¿Y se equivocan?... pues no. ¿Pero que están rasgando poco más que la superficie de lo que tiene ser una bestia?... me temo que así es.
Kaido se chupó los dientes e hizo una extraña mueca en el rostro, como si algo le hubiese llegado a la punta de la lengua y no encontrara la forma de cómo soltarla. Aunque todo aquello resultó en que su mano derecha se moviera de arriba a bajo y terminara señalando a Ayame directamente, como si la idea de lo que estaba hablando hubiera recaído sobre su persona.
«Tú también eres un monstruo de cierta forma, Ayame-chan»
—Lo cierto es que este tipo de excentricidades siempre trae sus ventajas. Y quien más que tú para estar de acuerdo conmigo, ¿o me equivoco?