9/09/2018, 01:33
—A ver, por dónde empiezo...
Lo que vino después fue un relato vívido de todos y cada uno de los acontecimientos, contados de primera mano por uno de sus más importantes protagonistas. Amedama Daruu. La ponencia que le otorgó él acerca de todo lo sucedido antes, durante y después de la susodicha teletransportación —que ahora dejaba de ser una desaparición inusual y fantástica para convertirse en un reconocido poder ocular de Uchiha Akame—. llevó a Kaido a través de un viaje existencial donde un heroico trío colaboró codo a codo para lograr detener a su guardiana, que convertida en un monstruo bíblico de un poder inconmensurable, había perdido todo rastro de conciencia. Daruu, Akame y Eri; siendo ésta última la que diera el golpe final, habían salvado un montón de vidas con su esfuerzo conjunto. Aunque por alguna razón desconocida, los Uzujin tomaron la repentina decisión de sentenciar la de un solidario amejin en el proceso, al esposarle.
Kaido mantuvo un silencio sepulcral con lo que fue aconteciendo luego, pues no tenía intención alguna de interrumpir a su compañero. El Umikiba, que usualmente no era el tipo más solidario con el prójimo, estaba plenamente convencido de que la tarea de un buen amigo era la de permitir que Daruu se desahogara cuanto él quisiera.
Tenía tanto por dentro que Kaido no tenía el derecho de cortar su discurso, o hacerle callar.
Así que oyó. Oyó como un amigo debe hacerlo en los momentos de mayor necesidad. Y aquel instante, lo era.
—Ahora Shanise está con Ayame, todo está bien. Pero aún así no me quedo tranquilo, quiero que vuelva y verla con mis propios ojos. Y disculparme también con ella... —dijo—. Dios, fui un estúpido. Daba igual que me hubieran matado a mi, pero si Hanabi hubiera cumplido sus amenazas, Ayame estaría muerta. Soy una desgracia. Ya sé que no es culpa mía que nos raptaran, lo sé, antes de que digas nada —paró—, pero aún así. No fui lo que debe ser un ninja. Debí haber esperado a tener las esposas fuera, entonces habría ido con Shanise y habríamos podido hacer otro plan, no sé. No sé, Kaido, qué asco de persona soy. Todo esto vino por ese hijo de puta de Datsue. Pero el otro no se queda atrás. Es una serpiente traicionera.
»Joder... qué mal trago, joder... —se lamentó, derrumbándose. Agachó la cabeza y se agarró la nuca, llorando—. Y es que yo tampoco tengo por qué arriesgar la vida tan tontamente, joder. Mi madre me dio sus ojos no para que los desperdiciara así, sino para que pudiera ver por muchos años más joder.
—¿Un asco de persona? ¿arriesgar la vida tontamente? ¿y por qué cojones, Daruu? ¿por haberle salvado la vida a tu novia, perder los estribos cuando la creías en manos de una jodida rata extranjera y, además, querer cobrarte la traición después al querer rajarle la puta cara al uzujin? pues, yo hubiera hecho lo mismo. Una y otra vez. Aún y cuando se hubieran desatado mil guerras. ¡Que se jodan! —escupió—. hiciste lo que creías correcto. Lo que tu puto corazón dictaba, y eso no te hace menos ninja. Estoy jodidamente orgulloso de ti.
»Y por ver, no te preocupes. Veremos grandes cosas de ahora en adelante, te lo aseguro. A Ayame domando a esa bestia que tiene en su interior para que ningún uzujin o kusajin pueda aprovecharse de ella y explotarlo como una debilidad, y a Kaido cazando a todo aquel que se atreva a ponerse en su camino. Te verás a ti mismo convertirte en un gran shinobi, y por qué no, liderar nuestra jodida aldea algún día —Kaido sonrió—. aunque para ver, amigo, tienes que levantar la jodida cabeza y secar las lágrimas que te empañan la visión.
Kaido se levantó del asiento.
Ve, Daruu, ve.
Y se alzaba la vista.
Un puño cerrado yacía frente a él, esperando ser chocado.
Lo que vino después fue un relato vívido de todos y cada uno de los acontecimientos, contados de primera mano por uno de sus más importantes protagonistas. Amedama Daruu. La ponencia que le otorgó él acerca de todo lo sucedido antes, durante y después de la susodicha teletransportación —que ahora dejaba de ser una desaparición inusual y fantástica para convertirse en un reconocido poder ocular de Uchiha Akame—. llevó a Kaido a través de un viaje existencial donde un heroico trío colaboró codo a codo para lograr detener a su guardiana, que convertida en un monstruo bíblico de un poder inconmensurable, había perdido todo rastro de conciencia. Daruu, Akame y Eri; siendo ésta última la que diera el golpe final, habían salvado un montón de vidas con su esfuerzo conjunto. Aunque por alguna razón desconocida, los Uzujin tomaron la repentina decisión de sentenciar la de un solidario amejin en el proceso, al esposarle.
Kaido mantuvo un silencio sepulcral con lo que fue aconteciendo luego, pues no tenía intención alguna de interrumpir a su compañero. El Umikiba, que usualmente no era el tipo más solidario con el prójimo, estaba plenamente convencido de que la tarea de un buen amigo era la de permitir que Daruu se desahogara cuanto él quisiera.
Tenía tanto por dentro que Kaido no tenía el derecho de cortar su discurso, o hacerle callar.
Así que oyó. Oyó como un amigo debe hacerlo en los momentos de mayor necesidad. Y aquel instante, lo era.
—Ahora Shanise está con Ayame, todo está bien. Pero aún así no me quedo tranquilo, quiero que vuelva y verla con mis propios ojos. Y disculparme también con ella... —dijo—. Dios, fui un estúpido. Daba igual que me hubieran matado a mi, pero si Hanabi hubiera cumplido sus amenazas, Ayame estaría muerta. Soy una desgracia. Ya sé que no es culpa mía que nos raptaran, lo sé, antes de que digas nada —paró—, pero aún así. No fui lo que debe ser un ninja. Debí haber esperado a tener las esposas fuera, entonces habría ido con Shanise y habríamos podido hacer otro plan, no sé. No sé, Kaido, qué asco de persona soy. Todo esto vino por ese hijo de puta de Datsue. Pero el otro no se queda atrás. Es una serpiente traicionera.
»Joder... qué mal trago, joder... —se lamentó, derrumbándose. Agachó la cabeza y se agarró la nuca, llorando—. Y es que yo tampoco tengo por qué arriesgar la vida tan tontamente, joder. Mi madre me dio sus ojos no para que los desperdiciara así, sino para que pudiera ver por muchos años más joder.
—¿Un asco de persona? ¿arriesgar la vida tontamente? ¿y por qué cojones, Daruu? ¿por haberle salvado la vida a tu novia, perder los estribos cuando la creías en manos de una jodida rata extranjera y, además, querer cobrarte la traición después al querer rajarle la puta cara al uzujin? pues, yo hubiera hecho lo mismo. Una y otra vez. Aún y cuando se hubieran desatado mil guerras. ¡Que se jodan! —escupió—. hiciste lo que creías correcto. Lo que tu puto corazón dictaba, y eso no te hace menos ninja. Estoy jodidamente orgulloso de ti.
»Y por ver, no te preocupes. Veremos grandes cosas de ahora en adelante, te lo aseguro. A Ayame domando a esa bestia que tiene en su interior para que ningún uzujin o kusajin pueda aprovecharse de ella y explotarlo como una debilidad, y a Kaido cazando a todo aquel que se atreva a ponerse en su camino. Te verás a ti mismo convertirte en un gran shinobi, y por qué no, liderar nuestra jodida aldea algún día —Kaido sonrió—. aunque para ver, amigo, tienes que levantar la jodida cabeza y secar las lágrimas que te empañan la visión.
Kaido se levantó del asiento.
Ve, Daruu, ve.
Y se alzaba la vista.
Un puño cerrado yacía frente a él, esperando ser chocado.