10/09/2018, 21:17
Miró con los ojos entrecerrados como Datsue le decía que el pobre e inocente cachorrillo había estado solo durante dos o tres días, y ella, muerta de miedo por el pobrecito can, no pudo evitar aprisionar un poco las blancas sábanas de la cama del malherido Uchiha mientras él le echaba una ligera bronca sobre echar el cerrojo en su propia villa.
No desconfiaba de su gente, desconfiaba de los ladrones que entraban a robar a sus casas, y esos no eran su gente.
—No, Eri, no necesitas llaves para entrar en mi piso. Lo que sí, puse un sellito de nada… Poca cosa, te lo juro. Un fūinjutsu de poca monta. Muy fácil de sacar, sí… Para evitar visitas indeseadas, más que nada. Verás, yo…
—No me lo digas...
—Coloqué el Gofū Kekkai en la puerta. Ya sabes, la Barrera de Cinco Sellos, pero solo con dos.
«¿Y yo soy la que desconfía de su gente?»
—Pues sinceramente, prefiero cerrar mi casa con llaves antes que tener que poner sellos cada vez que salgo de ella —recriminó ella—. Pero bueno, vale, no pasa nada... —uno, dos, tres...—. ¿Y me dices a mí de desconfiar? ¡Pero si tu sellas tu casa, pedazo de loco! En vez de Datsue el intrépido, deberían llamarte Datsue, el desconfiado!
»Bueno, da igual, conozco el Gogyō Kaiin, quitaré el sello en cuanto llegue y ya está —informó, algo más relajada que antes y dejando de fruncir el ceño—. ¿Necesitas algo de casa? Así cuando me pase te lo puedo traer de vuelta.
Aunque ya temía por la petición del Uchiha.
No desconfiaba de su gente, desconfiaba de los ladrones que entraban a robar a sus casas, y esos no eran su gente.
—No, Eri, no necesitas llaves para entrar en mi piso. Lo que sí, puse un sellito de nada… Poca cosa, te lo juro. Un fūinjutsu de poca monta. Muy fácil de sacar, sí… Para evitar visitas indeseadas, más que nada. Verás, yo…
—No me lo digas...
—Coloqué el Gofū Kekkai en la puerta. Ya sabes, la Barrera de Cinco Sellos, pero solo con dos.
«¿Y yo soy la que desconfía de su gente?»
—Pues sinceramente, prefiero cerrar mi casa con llaves antes que tener que poner sellos cada vez que salgo de ella —recriminó ella—. Pero bueno, vale, no pasa nada... —uno, dos, tres...—. ¿Y me dices a mí de desconfiar? ¡Pero si tu sellas tu casa, pedazo de loco! En vez de Datsue el intrépido, deberían llamarte Datsue, el desconfiado!
»Bueno, da igual, conozco el Gogyō Kaiin, quitaré el sello en cuanto llegue y ya está —informó, algo más relajada que antes y dejando de fruncir el ceño—. ¿Necesitas algo de casa? Así cuando me pase te lo puedo traer de vuelta.
Aunque ya temía por la petición del Uchiha.