10/09/2018, 21:56
La cuestión no era si había alguien en la recepción del edificio, la verdadera pregunta era ¿faltaba alguien? Y la respuesta era, no.
En el primer piso, en recepción, estaban Uzumaki Kiyomi y Hyuga Kyoko. La pelirroja estaba sentada en la mesa de recepción con una montaña de papeles, iba cogiendolos de uno en uno, les pegaba un vistazo y se lo pasaba a Kyoko, quien después lo ponía en el montón que le correspondía. Los montones de papeles estaban en el suelo y llegaban hasta la cintura de la muchacha.
No prestaron mucha atención a los muchachos mientras subían las escaleras. Al llegar verían que en la sala de reuniones estaban los dos encargados que faltaban, Uzumaki Goro y Akimichi Yashiro. Goro señalaba varias partes de un documento a un par de jounins que escuchaban atentamente mientras Yashiro le iba pasando las hojas que necesitase enseñarle a sus superiores.
En el segundo piso no había nadie. Pero se oía a Hanabi discutir tranquilamente con alguien. Una vez empezasen a subir las escaleras al tercer piso podrían distinguir y entender las voces.
— No es que me oponga, Hanabi-sensei, es que... No sé, ¿no es demasiado pronto después de lo ocurrido? Ya sabe...
— Te entiendo, Katsudon. De veras que sí, pero hoy he confiado mucho en las otras villas y me he arrepentido. Así que voy a centrar toda mi confianza en nuestra villa y sus shinobis, incluido...
El crujir de uno de los escalones les delató de la manera más vergonzosa. Obviamente, ambos shinobis dejaron su conversación y esperaron a que, quien fuese que subía, hiciese acto de presencia.
En el primer piso, en recepción, estaban Uzumaki Kiyomi y Hyuga Kyoko. La pelirroja estaba sentada en la mesa de recepción con una montaña de papeles, iba cogiendolos de uno en uno, les pegaba un vistazo y se lo pasaba a Kyoko, quien después lo ponía en el montón que le correspondía. Los montones de papeles estaban en el suelo y llegaban hasta la cintura de la muchacha.
No prestaron mucha atención a los muchachos mientras subían las escaleras. Al llegar verían que en la sala de reuniones estaban los dos encargados que faltaban, Uzumaki Goro y Akimichi Yashiro. Goro señalaba varias partes de un documento a un par de jounins que escuchaban atentamente mientras Yashiro le iba pasando las hojas que necesitase enseñarle a sus superiores.
En el segundo piso no había nadie. Pero se oía a Hanabi discutir tranquilamente con alguien. Una vez empezasen a subir las escaleras al tercer piso podrían distinguir y entender las voces.
— No es que me oponga, Hanabi-sensei, es que... No sé, ¿no es demasiado pronto después de lo ocurrido? Ya sabe...
— Te entiendo, Katsudon. De veras que sí, pero hoy he confiado mucho en las otras villas y me he arrepentido. Así que voy a centrar toda mi confianza en nuestra villa y sus shinobis, incluido...
El crujir de uno de los escalones les delató de la manera más vergonzosa. Obviamente, ambos shinobis dejaron su conversación y esperaron a que, quien fuese que subía, hiciese acto de presencia.