11/09/2018, 16:04
Datsue escuchó. Escuchó como un hijo pequeño escucha a su padre. Como un niño a un anciano. Como un Genin a su Kage. Con admiración. Con respeto. Con tensión. Escuchó todo y no pudo evitar exhalar un suspiro, mientras bajaba la cabeza y se perdía en sus pensamientos.
Tardó un rato en responder.
—Hace ahora un año, conocí a una kunoichi —comenzó, con voz lenta y cansada—. Seis meses después, me enamoré de ella —se le hizo un nudo en la garganta, pero se obligó a continuar—. Su nombre es Aiko, y es una kunoichi de Amegakure no Sato —levantó la cabeza y le miró a los ojos. No desafiante, no implorante, ni tan siquiera con miedo, simplemente desnudo. Sin las máscaras ni cortinas de humo que acostumbraba a interponer entre él y el resto del mundo—. Aiko la Inmortal —sonrió con amargura—. Entonces, un día, desapareció. Meses más tarde, descubrí que la Arashikage era la responsable. Que la había sumergido en el fondo de un lago, tras atravesarle el corazón con una katana.
Hinchó los pulmones y dejó escapar el aire muy lentamente por la nariz, deshinchándose. Dejando que sus hombros se hundiesen de nuevo.
—Cuando usted me ascendió a jōnin, quise dejar mis estúpidas venganzas y mis rencores de lado. Quise convertirme en el jōnin que se merecía esta aldea. Ser responsable. Pero cometí un error —reconoció. Ahora lo veía claro—: tratar de tapar toda la mierda que había hecho antes. Simplemente hacer como si no existiese. Y esa mierda empezó a oler tanto que acabó estallando en forma de tsunami en este mismo despacho. —Ambos debían recordarlo bien. El pergamino que había mandado Yui había dado que hablar en la villa durante meses. Y no era para menos—. Luego, hace una de semana, Ayame utilizó la imagen de Aiko para hacerme daño. Y a raíz de eso, hoy… volví a perder los papeles.
Una pausa obligada. Empezaba a sentirse mal. Como si su cuerpo... Como si su cuerpo necesitase llorar. La había cagado tantas veces... Y lo peor de todo es que aquella era irremediable. Había perdido a Daruu para que mediase por Aiko. Había sido uno de los causantes de la caída del Tratado de Paz. Y, si la fortuna no había estado al lado de Keisuke, había provocado la muerte de un buen hombre. De un verdadero camarada.
Reprimió aquellas emociones que florecían en su piel lo mejor que pudo y se obligó a continuar
—¿Quién se sienta hoy aquí? —preguntó, con voz temblorosa—. Se sienta alguien que ya no quiere guardarse secretos con usted. Alguien que ha aprendido de los errores del pasado y del presente —le miró con determinación, la misma que iba tiñendo sus palabras a medida que hablaba. Ya no había temblor, ni duda, sino pura y genuina certeza—. Se sienta su ninja, Uzukage-sama.
Tardó un rato en responder.
—Hace ahora un año, conocí a una kunoichi —comenzó, con voz lenta y cansada—. Seis meses después, me enamoré de ella —se le hizo un nudo en la garganta, pero se obligó a continuar—. Su nombre es Aiko, y es una kunoichi de Amegakure no Sato —levantó la cabeza y le miró a los ojos. No desafiante, no implorante, ni tan siquiera con miedo, simplemente desnudo. Sin las máscaras ni cortinas de humo que acostumbraba a interponer entre él y el resto del mundo—. Aiko la Inmortal —sonrió con amargura—. Entonces, un día, desapareció. Meses más tarde, descubrí que la Arashikage era la responsable. Que la había sumergido en el fondo de un lago, tras atravesarle el corazón con una katana.
Hinchó los pulmones y dejó escapar el aire muy lentamente por la nariz, deshinchándose. Dejando que sus hombros se hundiesen de nuevo.
—Cuando usted me ascendió a jōnin, quise dejar mis estúpidas venganzas y mis rencores de lado. Quise convertirme en el jōnin que se merecía esta aldea. Ser responsable. Pero cometí un error —reconoció. Ahora lo veía claro—: tratar de tapar toda la mierda que había hecho antes. Simplemente hacer como si no existiese. Y esa mierda empezó a oler tanto que acabó estallando en forma de tsunami en este mismo despacho. —Ambos debían recordarlo bien. El pergamino que había mandado Yui había dado que hablar en la villa durante meses. Y no era para menos—. Luego, hace una de semana, Ayame utilizó la imagen de Aiko para hacerme daño. Y a raíz de eso, hoy… volví a perder los papeles.
Una pausa obligada. Empezaba a sentirse mal. Como si su cuerpo... Como si su cuerpo necesitase llorar. La había cagado tantas veces... Y lo peor de todo es que aquella era irremediable. Había perdido a Daruu para que mediase por Aiko. Había sido uno de los causantes de la caída del Tratado de Paz. Y, si la fortuna no había estado al lado de Keisuke, había provocado la muerte de un buen hombre. De un verdadero camarada.
Reprimió aquellas emociones que florecían en su piel lo mejor que pudo y se obligó a continuar
—¿Quién se sienta hoy aquí? —preguntó, con voz temblorosa—. Se sienta alguien que ya no quiere guardarse secretos con usted. Alguien que ha aprendido de los errores del pasado y del presente —le miró con determinación, la misma que iba tiñendo sus palabras a medida que hablaba. Ya no había temblor, ni duda, sino pura y genuina certeza—. Se sienta su ninja, Uzukage-sama.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado