13/09/2018, 17:12
El jōnin arrugó un momento el rostro, aunque pronto recuperó la formalidad. Sentía que su Uzukage le estaba cuestionando, y eso para él era algo totalmente nuevo. Pese a que llevaba algún tiempo siendo un ninja de alto rango, aquella era la primera vez que tenía que responsabilizarse directamente de una decisión tomada; de genin, todo lo que había que hacer era seguir órdenes. Nadie te pedía que asumieras el alcance de tus actos.
Ahora bien, el Uchiha entendía que eso había cambiado. Y estaba dispuesto a enfrentarse a las consecuencias de su decisión.
—La jinchuuriki de Ame se había descontrolado, al teletransportarnos yo había perdido todo contacto con los nuestros en el Estadio e ignoraba completamente lo que pudiera estar pasando allí. Aquella... Aquella niña estuvo a punto de provocar una masacre, Hanabi-sama —comenzó a argumentar—. Si no hubiera sido por Datsue-kun, habrían muerto decenas de espectadores. Las consecuencias diplomáticas de aquello eran imprevisibles.
Akame paró un momento. No estaba acostumbrado a hablar tanto, y tan seguido.
—[color=khaki]Cuando por fin logramos contener a la jinchuuriki, Amedama prentedía llevársela. Probablemente a su Aldea, dado que es capaz de teletransportarse también —aventuró el jōnin—. No podía dejarles ir, sin más. Incluso aunque todo hubiese terminado de forma pacífica, me pareció una irresponsabilidad y totalmente contra los intereses de Uzushiogakure el permitirles marcharse.
Sus ojos se ensombrecieron un momento.
—Conozco a Amedama Daruu, Hanabi-sama. Ayame es su... Amada, por así decirlo. Ya ha visto cómo se puso, no tardó en hacer interpretaciones oscuras sobre lo ocurrido y en acusarme de querer secuestrarles —recordó, con una mezcla de decepción y frustración—. En ningún momento le amenacé ni tuvo motivos para temer por su vida, o por la de Ayame. Pero, tal y como sospechaba, él nunca hubiera dejado que me llevara a la jinchuuriki. Era demasiado arriesgado dejarle en libertad en ese momento.
»Opté por la precaución. Esta gente había expuesto deliberadamente a un jinchuuriki inestable al Examen, con todo el estrés y castigo físico y mental que eso implica... Llegados a aquel punto, tenía que esperarme cualquier cosa.
Entonces, calló.
Ahora bien, el Uchiha entendía que eso había cambiado. Y estaba dispuesto a enfrentarse a las consecuencias de su decisión.
—La jinchuuriki de Ame se había descontrolado, al teletransportarnos yo había perdido todo contacto con los nuestros en el Estadio e ignoraba completamente lo que pudiera estar pasando allí. Aquella... Aquella niña estuvo a punto de provocar una masacre, Hanabi-sama —comenzó a argumentar—. Si no hubiera sido por Datsue-kun, habrían muerto decenas de espectadores. Las consecuencias diplomáticas de aquello eran imprevisibles.
Akame paró un momento. No estaba acostumbrado a hablar tanto, y tan seguido.
—[color=khaki]Cuando por fin logramos contener a la jinchuuriki, Amedama prentedía llevársela. Probablemente a su Aldea, dado que es capaz de teletransportarse también —aventuró el jōnin—. No podía dejarles ir, sin más. Incluso aunque todo hubiese terminado de forma pacífica, me pareció una irresponsabilidad y totalmente contra los intereses de Uzushiogakure el permitirles marcharse.
Sus ojos se ensombrecieron un momento.
—Conozco a Amedama Daruu, Hanabi-sama. Ayame es su... Amada, por así decirlo. Ya ha visto cómo se puso, no tardó en hacer interpretaciones oscuras sobre lo ocurrido y en acusarme de querer secuestrarles —recordó, con una mezcla de decepción y frustración—. En ningún momento le amenacé ni tuvo motivos para temer por su vida, o por la de Ayame. Pero, tal y como sospechaba, él nunca hubiera dejado que me llevara a la jinchuuriki. Era demasiado arriesgado dejarle en libertad en ese momento.
»Opté por la precaución. Esta gente había expuesto deliberadamente a un jinchuuriki inestable al Examen, con todo el estrés y castigo físico y mental que eso implica... Llegados a aquel punto, tenía que esperarme cualquier cosa.
Entonces, calló.