13/09/2018, 19:43
El jōnin enrojeció y agachó la cabeza cuando su mandatario recalcó aquella puntual falta de atención que casi le había valido un ticket exprés al Corral de los Quietos. Diligente, y verdaderamente tan arrepentido como avergonzado, Akame se activó como un resorte y realizó una ligera inclinación de cabeza.
—Un error imperdonable, Hanabi-sama. No volverá a ocurrir —aseguró, con un hilo de voz—. En cuanto a la técnica de ese amejin...
Akame había estado pensando en ello varias veces durante su guardia a las puertas del Edificio. Analítico y racional como solía ser, su mente enumeraba uno a uno los hechos de los que tenía constancia, recopilando toda la información cierta —y algunas suposiciones— sobre aquella técnica de Daruu tan endemoniadamente poderosa.
—Amedama Daruu poseía el Byakugan. Parece haberlo perdido, por alguna razón, pero si su técnica de teletransporte estuviese relacionada con su Kekkei Genkai, entonces no debería poder utilizarla tras perder sus ojos —el jōnin comenzó su exposición—. Ciertamente ese jutsu se parece bastante a Uzume. Lo que sé hasta ahora de esta técnica es que necesita de sellos y... De contacto físico.
»¿Recuerda que el chico se lanzó en plancha hacia la jinchuuriki descontrolada? Creo que Amedama Daruu tuvo la misma idea que yo; llevarse a Ayame lejos del Estadio. ¿Si pudiera teletransportarse, a él y a otros, sin necesidad de contacto físico... Por qué haría algo así? Fue una maniobra casi suicida.
Akame se llevó una mano al mentón, pensativo.
—Ah, pero su técnica falló. No funcionó, usted lo vió, ¿verdad? Incluso sin el Sharingan, un halo de chakra les rodeó a él y a la jinchuuriki cuando terminó los sellos, pero no sucedió nada. El propio Amedama parecía sorprendido, se quedó paralizado, ahí, frente a la bestia... Como si no se lo esperase.
»Creo que es seguro afirmar que su técnica no le permite teletransportarse a donde quiera y cuando quiera. De lo contrario, no habría fallado. Sabemos, entonces, que hay más condiciones que deben cumplirse además de realizar los sellos y tocar a quien se quiera llevar consigo para que este jutsu funcione.
El jōnin se cruzó de brazos y bajó la mirada al escritorio, sumido en sus pensamientos.
—Entonces, ¿por qué no ejecutó bien la técnica? ¿Puede que fuese por que todavía no la domina? —negó con la cabeza—. No, no tiene sentido. Datsue-kun afirma que se teletransportaron desde el Círculo de Rocas Ancestrales a algún punto cercano a la Ciudad Fantasma, y desde allí al embarcadero de nuestra propia Aldea.
»No sé a usted, pero a mí me parece una proeza demasiado difícil de realizar por un inexperto. Pero, entonces, si él maneja a la perfección su técnica... ¿Por qué falló? Sólo puedo pensar que fue a causa de que uno, o varios, de los requisitos adicionales del jutsu no se cumplieron... Y él no tenía forma de saber que fallaría.
El Uchiha descruzó los brazos y miró directamente a su Uzukage.
—El Círculo de Rocas Ancestrales, un lugar cercano a la Ciudad Fantasma, y nuestro propio embarcadero. Tenemos los tres lugares a los que... —se interrumpió entonces para corregirse—. No, dos lugares. Según dijo Datsue-kun, no se teletransportaron al Círculo, sino al embarcadero. Entonces, tenemos dos lugares a los que sabemos que puede saltar.
»No es mucho, pero es cuanto puedo darle, Hanabi-sama.
Luego el Uzukage prosiguió su conversación por ciertos derroteros que, para ser sinceros, no extrañaron nada al Uchiha. Él mismo había tenido aquella clase de preocupaciones acerca de su compañero en la dupla de los Hermanos del Desierto, y sólo podía imaginarse que alguien como Datsue te daba más problemas cuanto más alto ascendías. Así, escuchó con atención lo que le decía el Sarutobi y sólo cuando este acabó, el jōnin respondió con aire diligente y otra leve inclinación de cabeza.
—Descuide, Hanabi-sama, le mantendré vigilado —aseguró—. Comparto su preocupación sobre la falta de cautela de Datsue-kun... Aunque espero que los recientes acontecimientos le hayan disuadido de su loco empeño.
—Un error imperdonable, Hanabi-sama. No volverá a ocurrir —aseguró, con un hilo de voz—. En cuanto a la técnica de ese amejin...
Akame había estado pensando en ello varias veces durante su guardia a las puertas del Edificio. Analítico y racional como solía ser, su mente enumeraba uno a uno los hechos de los que tenía constancia, recopilando toda la información cierta —y algunas suposiciones— sobre aquella técnica de Daruu tan endemoniadamente poderosa.
—Amedama Daruu poseía el Byakugan. Parece haberlo perdido, por alguna razón, pero si su técnica de teletransporte estuviese relacionada con su Kekkei Genkai, entonces no debería poder utilizarla tras perder sus ojos —el jōnin comenzó su exposición—. Ciertamente ese jutsu se parece bastante a Uzume. Lo que sé hasta ahora de esta técnica es que necesita de sellos y... De contacto físico.
»¿Recuerda que el chico se lanzó en plancha hacia la jinchuuriki descontrolada? Creo que Amedama Daruu tuvo la misma idea que yo; llevarse a Ayame lejos del Estadio. ¿Si pudiera teletransportarse, a él y a otros, sin necesidad de contacto físico... Por qué haría algo así? Fue una maniobra casi suicida.
Akame se llevó una mano al mentón, pensativo.
—Ah, pero su técnica falló. No funcionó, usted lo vió, ¿verdad? Incluso sin el Sharingan, un halo de chakra les rodeó a él y a la jinchuuriki cuando terminó los sellos, pero no sucedió nada. El propio Amedama parecía sorprendido, se quedó paralizado, ahí, frente a la bestia... Como si no se lo esperase.
»Creo que es seguro afirmar que su técnica no le permite teletransportarse a donde quiera y cuando quiera. De lo contrario, no habría fallado. Sabemos, entonces, que hay más condiciones que deben cumplirse además de realizar los sellos y tocar a quien se quiera llevar consigo para que este jutsu funcione.
El jōnin se cruzó de brazos y bajó la mirada al escritorio, sumido en sus pensamientos.
—Entonces, ¿por qué no ejecutó bien la técnica? ¿Puede que fuese por que todavía no la domina? —negó con la cabeza—. No, no tiene sentido. Datsue-kun afirma que se teletransportaron desde el Círculo de Rocas Ancestrales a algún punto cercano a la Ciudad Fantasma, y desde allí al embarcadero de nuestra propia Aldea.
»No sé a usted, pero a mí me parece una proeza demasiado difícil de realizar por un inexperto. Pero, entonces, si él maneja a la perfección su técnica... ¿Por qué falló? Sólo puedo pensar que fue a causa de que uno, o varios, de los requisitos adicionales del jutsu no se cumplieron... Y él no tenía forma de saber que fallaría.
El Uchiha descruzó los brazos y miró directamente a su Uzukage.
—El Círculo de Rocas Ancestrales, un lugar cercano a la Ciudad Fantasma, y nuestro propio embarcadero. Tenemos los tres lugares a los que... —se interrumpió entonces para corregirse—. No, dos lugares. Según dijo Datsue-kun, no se teletransportaron al Círculo, sino al embarcadero. Entonces, tenemos dos lugares a los que sabemos que puede saltar.
»No es mucho, pero es cuanto puedo darle, Hanabi-sama.
Luego el Uzukage prosiguió su conversación por ciertos derroteros que, para ser sinceros, no extrañaron nada al Uchiha. Él mismo había tenido aquella clase de preocupaciones acerca de su compañero en la dupla de los Hermanos del Desierto, y sólo podía imaginarse que alguien como Datsue te daba más problemas cuanto más alto ascendías. Así, escuchó con atención lo que le decía el Sarutobi y sólo cuando este acabó, el jōnin respondió con aire diligente y otra leve inclinación de cabeza.
—Descuide, Hanabi-sama, le mantendré vigilado —aseguró—. Comparto su preocupación sobre la falta de cautela de Datsue-kun... Aunque espero que los recientes acontecimientos le hayan disuadido de su loco empeño.