13/09/2018, 20:16
La facilidad con la que el Uzukage tiró por el retrete todas sus deducciones y conjeturas sobre el jutsu secreto de Amedama Daruu cayó sobre Akame como un jarro de agua fría. Y ni siquiera eso le hacía justicia; fría, repleta de cubitos de hielo y makabishi electrificados. «¿Pero qué demonios...?» A ojos del jōnin, él acababa de hacer una disertación —sí, con algunas conjeturas— cargada de deducciones con una base bastante sólida, y Hanabi simplemente la había descartado sin prestarle ni un segundo de atención.
Entre sorprendido y profundamente indignado —no había cosa que molestara más a Uchiha Akame que un desprecio a su trabajo, y aquello en cierta forma lo era—, el jōnin se limitó a asentir con una reverencia y un quedo "sí, Hanabi-sama".
«¿Acaso no le interesa averiguarlo?»
Durante toda aquella conversación, el Uzukage se había comportado de forma realmente extraña. Primero, pidiéndole —otra vez— explicaciones sobre la decisión que había tomado en las Planicies del Silencio. Luego, ordenándole veladamente que vigilara a Datsue, su Hermano. Y ahora, exigiendo saber cuánto conocía Akame acerca de la técnica de aquel amejin para justo después tirar todo un razonamiento bien estructurado a la basura.
«Algo no encaja aquí...»
Akame ignoró el olor a chamusquina por el momento y se limitó a seguir, diligente, a su gobernante. Una vez en la puerta, se despidió con otra respetuosa inclinación de cabeza y emprendió el descenso hacia la puerta de salida, mientras seguía dándole vueltas a lo ocurrido en aquel despacho. Incluso se había guardado para sí cierto tema del que, en principio, había querido hablar con Hanabi...
Cuando llegó abajo, se despidió de los ninjas que había por allí con un genérico "buenas noches" y puso rumbo hacia el embarcadero de la Villa.
Entre sorprendido y profundamente indignado —no había cosa que molestara más a Uchiha Akame que un desprecio a su trabajo, y aquello en cierta forma lo era—, el jōnin se limitó a asentir con una reverencia y un quedo "sí, Hanabi-sama".
«¿Acaso no le interesa averiguarlo?»
Durante toda aquella conversación, el Uzukage se había comportado de forma realmente extraña. Primero, pidiéndole —otra vez— explicaciones sobre la decisión que había tomado en las Planicies del Silencio. Luego, ordenándole veladamente que vigilara a Datsue, su Hermano. Y ahora, exigiendo saber cuánto conocía Akame acerca de la técnica de aquel amejin para justo después tirar todo un razonamiento bien estructurado a la basura.
«Algo no encaja aquí...»
Akame ignoró el olor a chamusquina por el momento y se limitó a seguir, diligente, a su gobernante. Una vez en la puerta, se despidió con otra respetuosa inclinación de cabeza y emprendió el descenso hacia la puerta de salida, mientras seguía dándole vueltas a lo ocurrido en aquel despacho. Incluso se había guardado para sí cierto tema del que, en principio, había querido hablar con Hanabi...
Cuando llegó abajo, se despidió de los ninjas que había por allí con un genérico "buenas noches" y puso rumbo hacia el embarcadero de la Villa.