19/09/2015, 13:44
La sonrisa del albino se ensanchó hasta mas no poder al escuchar las palabras de la chica. Evidentemente, ninguna buena idea se pasaba por la cabeza del albino. Sin embargo, la chica no dejaba de darle vueltas al asunto. Afirmaba que ella podía escabullirse hasta el inicio de la cola, pero que con el alboroto sin duda los guardias la apresarían y no la dejarían entrar al museo. En parte tenía razón.
—Bueno... quizás la cuestión es echarle las culpas a otra persona, ¿no?—
Su sonrisa se mostró de lo mas picarona, su mente ya tenía una idea la mar de divertida. Pese a que la chica siguiese ensimismada, la cosa se iba a poner mas divertida a partir del momento. Sin saber si la chica se encontraba en disposición de hacerlo o no, el chico la tomó de la mano con decisión. No tardó en jalar de ella para hacerla bajar de su privilegiada altura, y a la vez que le siguiese.
En todo momento su sonrisa fue de lo mas tierna, no literalmente.
—Vamos, juguemos a un juego...—
Sin mas, comenzaría a adentrarse entre la muchedumbre. Al comenzar a estar realmente atosigados de personas, Blame buscó los orbes de Ayame. Paró en seco, y acercó su boca a su oído para que ésta la pudiese escuchar.
—Tienes que molestar de cualquier manera a alguien, haciendo que ésta persona confunda a una tercera contigo. ¿Me explico? Si haces que unas cuantas personas se enojen entre ellas, terminaremos tomando sus posiciones... y poco a poco vamos a avanzar de manera rápida y eficaz. Podrás entrar al museo, ver a tus familiares, y yo me divertiré un rato... todos salimos ganando.—
Sin mas, el chico se dio la vuelta, observó quién sería su victima, y tras unos segundos actuó. El albino tocó el culo a una chica de unos veinte años, palpando desde el lado contrario al que se encontraba, y ésta al buscar al pervertido encontró a un hombre de cuarenta y largos años. El señor no sabía ni lo que se le avecinaba.
—PERVERTIDO! CERDO! ASQUEROSO! AHHHHHH!!— Vociferó la chica a la par que arremetía contra el con su bolso.
El barullo que formaron fue espléndido, perfecto para que el albino pudiese jalar de nuevo de Ayame y colarse de al menos seis personas. Al estar éstas atentas a la disputa, no llegarían ni a darse cuenta de que había sido adelantados. Un plan sublime.
—¿Ves? jajajajaja...— A penas podía contener la risa. —A ver qué se te ocurre... es tu turno... jajajaja...—
—Bueno... quizás la cuestión es echarle las culpas a otra persona, ¿no?—
Su sonrisa se mostró de lo mas picarona, su mente ya tenía una idea la mar de divertida. Pese a que la chica siguiese ensimismada, la cosa se iba a poner mas divertida a partir del momento. Sin saber si la chica se encontraba en disposición de hacerlo o no, el chico la tomó de la mano con decisión. No tardó en jalar de ella para hacerla bajar de su privilegiada altura, y a la vez que le siguiese.
En todo momento su sonrisa fue de lo mas tierna, no literalmente.
—Vamos, juguemos a un juego...—
Sin mas, comenzaría a adentrarse entre la muchedumbre. Al comenzar a estar realmente atosigados de personas, Blame buscó los orbes de Ayame. Paró en seco, y acercó su boca a su oído para que ésta la pudiese escuchar.
—Tienes que molestar de cualquier manera a alguien, haciendo que ésta persona confunda a una tercera contigo. ¿Me explico? Si haces que unas cuantas personas se enojen entre ellas, terminaremos tomando sus posiciones... y poco a poco vamos a avanzar de manera rápida y eficaz. Podrás entrar al museo, ver a tus familiares, y yo me divertiré un rato... todos salimos ganando.—
Sin mas, el chico se dio la vuelta, observó quién sería su victima, y tras unos segundos actuó. El albino tocó el culo a una chica de unos veinte años, palpando desde el lado contrario al que se encontraba, y ésta al buscar al pervertido encontró a un hombre de cuarenta y largos años. El señor no sabía ni lo que se le avecinaba.
—PERVERTIDO! CERDO! ASQUEROSO! AHHHHHH!!— Vociferó la chica a la par que arremetía contra el con su bolso.
El barullo que formaron fue espléndido, perfecto para que el albino pudiese jalar de nuevo de Ayame y colarse de al menos seis personas. Al estar éstas atentas a la disputa, no llegarían ni a darse cuenta de que había sido adelantados. Un plan sublime.
—¿Ves? jajajajaja...— A penas podía contener la risa. —A ver qué se te ocurre... es tu turno... jajajaja...—