20/09/2018, 17:43
(Última modificación: 20/09/2018, 17:53 por Himura Ren. Editado 1 vez en total.)
Augurio. Otoño del 218
Como cualquier mañana, Ryuko se había quedado despierta hasta tarde, y su maestro Oda tuvo que ocuparse de todo el desayuno. El olor de la cocina finalmente la despertó, y bajo las escaleras hasta llegar a la cocina bostezando, Ryuko se dispuso en la mesa, pero quedo extrañada por la poca comida que había sobre esta. Por un momento pensaba que estaba todavía atolondrada del sueño, pero varias bolsas de tela al lado de su maestro, la sacaron de esa primera hipótesis.
— ¿Y eso? ¿Vamos a algún lado? — Preguntó para poco después llevarse una tostada a la boca.
— ¿Alguna vez has visto un samurai de cerca? — Respondió con otra pregunta. Los ojos de Ryuko se abrieron entonces como platos llenos de ilusión, todo el cansancio había desaparecido en tan solo un instante.
¡Se trataba de un viaje al mismísimo País del Hierro! Estaba tan sobresaltada por el viaje que hasta paso por alto el preguntarle de que se trataba este repentino viaje. Y también, olvidó los zapatos. Dos veces.
La travesía seria larga y tal vez aburrida, pero eso poco importaba a la joven. Oda le insistió en que seguramente no verían alguno, aunque el viaje fuese al país de los samurais, se trataba de una pequeña comarca alejada de los núcleos principales, por lo que las probabilidades de ver uno, eran bastante bajas. "¡Pero la posibilidad esta ahí! ¡¿Verdad?!" repetía una y otra vez la joven sin cesar. El viaje en barco era apacible, ni una nube a la vista, y el mal estaba bastante tranquilo. Oda decidió disfrutar esto leyendo un viejo libro sentado en un largo banco sobre la cubierta, pero por su parte, la kunoichi no paró quieta ni un instante.
Tampoco había viajado antes en barco.