23/09/2018, 14:36
Pese a que el mar estaba en calma, para suerte de Oda quien estaba comenzando a molestarse por la ilusión de Ryuko, esta comenzó a marearse tras haber estado correteando casi durante la mitad del viaje. Por el final del viaje fue mas tranquilo, Oda pudo continuar leyendo su libro, el resto de pasajeros dejaron de mirarle mal por como se comportaba la kunoichi, y Ryuko se dedico a vomitar por la borda todo el desayuno.
Tras desembarcar, un pequeño carromato les esperaba a ambos, subieron sus pertenencias y Oda subió a Ryuko como si de un saco de patatas se tratase, dejándola caer bruscamente. El golpe hizo que se le revolvieran nuevamente las tripas, así que mientras el conductor comenzaba la marcha, Ryuko siguió devolviendo comida, hasta acabar dando solo arcadas.
— Que te sirva de lección. No me parto el lomo enseñándote unos buenos modales para que a la primera de cambio, te comportes como si tuvieras 5 años. — Oda se cruzó de brazos y se acomodó entre dos bolsas de tela bastante molesto por el espectáculo que había dado su aprendiz.
— C-Caballero... ¿Seguro que la chica esta bien? — preguntó con preocupación en la voz el cochero.
— ¡Ni se te ocurra preocuparte por ella, siempre igual! No se ni porque me esfuerzo en que conozcas mundo — añadió junto a una leve patada en el trasero de Ryuko.
Esta ni se quejo, estaba tan concentrada en no querer devolver el propio aire del estomago, que ignoro los reproches de su maestro.
Tras desembarcar, un pequeño carromato les esperaba a ambos, subieron sus pertenencias y Oda subió a Ryuko como si de un saco de patatas se tratase, dejándola caer bruscamente. El golpe hizo que se le revolvieran nuevamente las tripas, así que mientras el conductor comenzaba la marcha, Ryuko siguió devolviendo comida, hasta acabar dando solo arcadas.
— Que te sirva de lección. No me parto el lomo enseñándote unos buenos modales para que a la primera de cambio, te comportes como si tuvieras 5 años. — Oda se cruzó de brazos y se acomodó entre dos bolsas de tela bastante molesto por el espectáculo que había dado su aprendiz.
— C-Caballero... ¿Seguro que la chica esta bien? — preguntó con preocupación en la voz el cochero.
— ¡Ni se te ocurra preocuparte por ella, siempre igual! No se ni porque me esfuerzo en que conozcas mundo — añadió junto a una leve patada en el trasero de Ryuko.
Esta ni se quejo, estaba tan concentrada en no querer devolver el propio aire del estomago, que ignoro los reproches de su maestro.