25/09/2018, 23:13
Una vida.
Eso es el tiempo que parecía haber pasado desde el desastroso final del examen de Chunin. Mucho tiempo. En realidad, no había sido ni la mitad de lo que me había parecido, pero solo tenía conflictos internos. Aunque nada de eso se comparaba a lo que tenía delante.
Ponía mi puño entre mi ojo y la cabeza ausente, esperando que apareciese cuando apartase mi mano, infructuosamente, claro. En otros tiempos, habría alucinado, ahora estaría haciendo la croqueta en el suelo de la sola impresión de contemplar la escena que tenía ante mi. Ahora solo veía los problemas que iba a ocasionar que la PUTA CABEZA DEL TIO DE AMEGAKURE NO ESTUVIESE.
El cuando y el por qué iban a importar más o menos una mierda conociendo a Kusagakure y Amegakure, quienes no necesitan datos para juzgar con avidez. ¿Hanabi sabía esto? ¿Tendría Datsue algo que ver? Shiona-sama le proteja si así es. Qué digo Shiona-sama le proteja, Shiona-sama lo descuartice de una vez por todas, ese loco nos iba a llevar a la guerra. Y lo peor es que le seguiría solo porque seguirle a él es mejor opción que tener que aguantar las actitudes pedantes de las otras villas.
Porque sí, Datsue podía ser un gilipollas redomado, pero tenía sus motivos, cosa que las otras aldeas no solo no tenían sino que se inventaban sobre la marcha manchando la reputación de Uzushiogakure. Todo eso solo me estaba poniendo de más mala hostia, justo cuando pensaba que empezaba a superar el enfado nacido aquel fatídico día.
La razón por la que estaba en el Valle del Fin es la razón por la que todo el mundo va al Valle del Fin, acabar algo y empezar algo nuevo. Esperaba que lo nuevo fuese mejor, pero en vista de que el destino le había puesto una cabeza de Arashikage desaparecida y un par de olores demasiado familiares para ignorarlos, igual eran señales de que era hora de tomar partido.
Stuffy y yo nos encaramamos a la estatua de nuestro kage muerto, y desde ahí observamos la escena. Juro apareció y se quedó contemplando el panorama. Si tan solo el destino no fuese tan obvio, tal vez hubiese intentado parlamentar. Sin embargo, la imagen de Juro a la cabeza de un grupo de genins de Kusagakure dispuestos a colarse en el hospital de Uzushiogakure, como si de un equipo de infiltración se tratara, no salía de mi cabeza.
Él, que se supone que era un amigo, liderando a un grupo de locos que habían sido los culpables de todo el alboroto y tensión que ocurrió aquel día. Asumiendo, sin prueba alguna, que nosotros, los ninjas que estaban protegiendo su villa de un monstruo de Amegakure, habíamos planeado secuestrar a Aotsuki Ayame. ¡Como si eso nos importase una mierda al lado de las putas vidas de los espectadores!
Vale, ya me había enfadado en serio. Miré a Stuffy, y al parecer, él pensaba parecido, pues estaba enseñando los dientes y a punto de empezar a ladrar y gruñir, para proceder a morder y orinar. Le asentí como solo le había asentido dos veces, era la hora.
Bajé solo de la estatua y encaré a Juro.
— ¡Juro!
Fue un grito crudo y lejos de ser un saludo, casi sonaba a insulto.
Eso es el tiempo que parecía haber pasado desde el desastroso final del examen de Chunin. Mucho tiempo. En realidad, no había sido ni la mitad de lo que me había parecido, pero solo tenía conflictos internos. Aunque nada de eso se comparaba a lo que tenía delante.
Ponía mi puño entre mi ojo y la cabeza ausente, esperando que apareciese cuando apartase mi mano, infructuosamente, claro. En otros tiempos, habría alucinado, ahora estaría haciendo la croqueta en el suelo de la sola impresión de contemplar la escena que tenía ante mi. Ahora solo veía los problemas que iba a ocasionar que la PUTA CABEZA DEL TIO DE AMEGAKURE NO ESTUVIESE.
El cuando y el por qué iban a importar más o menos una mierda conociendo a Kusagakure y Amegakure, quienes no necesitan datos para juzgar con avidez. ¿Hanabi sabía esto? ¿Tendría Datsue algo que ver? Shiona-sama le proteja si así es. Qué digo Shiona-sama le proteja, Shiona-sama lo descuartice de una vez por todas, ese loco nos iba a llevar a la guerra. Y lo peor es que le seguiría solo porque seguirle a él es mejor opción que tener que aguantar las actitudes pedantes de las otras villas.
Porque sí, Datsue podía ser un gilipollas redomado, pero tenía sus motivos, cosa que las otras aldeas no solo no tenían sino que se inventaban sobre la marcha manchando la reputación de Uzushiogakure. Todo eso solo me estaba poniendo de más mala hostia, justo cuando pensaba que empezaba a superar el enfado nacido aquel fatídico día.
La razón por la que estaba en el Valle del Fin es la razón por la que todo el mundo va al Valle del Fin, acabar algo y empezar algo nuevo. Esperaba que lo nuevo fuese mejor, pero en vista de que el destino le había puesto una cabeza de Arashikage desaparecida y un par de olores demasiado familiares para ignorarlos, igual eran señales de que era hora de tomar partido.
Stuffy y yo nos encaramamos a la estatua de nuestro kage muerto, y desde ahí observamos la escena. Juro apareció y se quedó contemplando el panorama. Si tan solo el destino no fuese tan obvio, tal vez hubiese intentado parlamentar. Sin embargo, la imagen de Juro a la cabeza de un grupo de genins de Kusagakure dispuestos a colarse en el hospital de Uzushiogakure, como si de un equipo de infiltración se tratara, no salía de mi cabeza.
Él, que se supone que era un amigo, liderando a un grupo de locos que habían sido los culpables de todo el alboroto y tensión que ocurrió aquel día. Asumiendo, sin prueba alguna, que nosotros, los ninjas que estaban protegiendo su villa de un monstruo de Amegakure, habíamos planeado secuestrar a Aotsuki Ayame. ¡Como si eso nos importase una mierda al lado de las putas vidas de los espectadores!
Vale, ya me había enfadado en serio. Miré a Stuffy, y al parecer, él pensaba parecido, pues estaba enseñando los dientes y a punto de empezar a ladrar y gruñir, para proceder a morder y orinar. Le asentí como solo le había asentido dos veces, era la hora.
Bajé solo de la estatua y encaré a Juro.
— ¡Juro!
Fue un grito crudo y lejos de ser un saludo, casi sonaba a insulto.
—Nabi—