26/09/2018, 01:00
Nada, ni un pestañeo, el maldito perro guardián tenía una dedicación extrema a su trabajo, no apartó la mirada, no tuvo que ir a hacer sus necesidades, prácticamente parecía una estatua de cera y, en más de una ocasión Riko estuvo tentado de comprobar si aquel animal seguía entre los vivos, pero se echó atrás enseguida.
El tiempo pasaba y cada vez tenía más claro que no iba a poder salir de allí sin armar un escándalo, por lo que cada vez se dejaba más, dejó de tener cuidado de si venía alguien, incluso en un momento dado, dejó de prestarle atención al animal que lo vigilaba, simplemente se limitó a pensar en todo lo que le había llevado hasta allí, todo por un poco de curiosidad, todo porque la gente le había invitado a ir a aquel lugar y él había decidido ir justo ese día, una suma de decisiones y mala suerte que iban a acabar con él probablemente muerto.
¿Pero qué podía hacer? En cierta parte podía entender los motivos de la gente de aquella aldea, por el contrario los que no entendía eran los del tipo que les había puesto aquel sello, que sin duda lo único que quería era su propio beneficio a costa de la vida de otros.
Suspiró.
«Bueno, al menos he podido conocer algo de mundo fuera de la aldea antes de morir...»
Trataba de consolarse con cualquier pensamiento, aunque no se le venían demasiados, para ser sincero, por loq ue simplemente esperó a que llegase la hora que Yaban le había dicho, la hora en la que se convertiría definitivamente en el Tributo.
Cerró los ojos y esperó.
El tiempo pasaba y cada vez tenía más claro que no iba a poder salir de allí sin armar un escándalo, por lo que cada vez se dejaba más, dejó de tener cuidado de si venía alguien, incluso en un momento dado, dejó de prestarle atención al animal que lo vigilaba, simplemente se limitó a pensar en todo lo que le había llevado hasta allí, todo por un poco de curiosidad, todo porque la gente le había invitado a ir a aquel lugar y él había decidido ir justo ese día, una suma de decisiones y mala suerte que iban a acabar con él probablemente muerto.
¿Pero qué podía hacer? En cierta parte podía entender los motivos de la gente de aquella aldea, por el contrario los que no entendía eran los del tipo que les había puesto aquel sello, que sin duda lo único que quería era su propio beneficio a costa de la vida de otros.
Suspiró.
«Bueno, al menos he podido conocer algo de mundo fuera de la aldea antes de morir...»
Trataba de consolarse con cualquier pensamiento, aunque no se le venían demasiados, para ser sincero, por loq ue simplemente esperó a que llegase la hora que Yaban le había dicho, la hora en la que se convertiría definitivamente en el Tributo.
Cerró los ojos y esperó.
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»