1/10/2018, 23:15
«¿Y si me he muerto en algún momento del camino, y este no se trata mas que de un recogedor de almas en pena? ¿Que es lo que voy a hacer? ¡Oda me va a matar!... ¡Ah no espera! Si ya lo estoy.»
La joven Ryuko para variar un poco en ella, siguió con sus divagaciones e historias de fantasmas imaginarias. Tampoco es que nadie ofreciera mucha conversación, lo que le hizo pensar que tal vez ya habían asimilado su destino, lo que explicaría esas caras largas llenas de tristeza y con la mirada vacía. Con algo de cautela, intento observar de reojo al supuesto shinigami que había subido al carromato.
—¿Ustedes también se perdieron en la niebla? — preguntó el joven al resto de pasajeros que asintieron apenados.
«¿Se habrá extraviado en el limbo? ¿O tal vez acabo su tarea? Claro, seguro que estaba cazando espíritus malignos, para que los muertos puedan encontrar donde descansar. » Se dió un golpecito sobre la palma de la mano abriendo los ojos, como si hubiera tenido una revelación; cosa que le ayudó a olvidar momentáneamente su desafortunado destino.
Desde aquel momento, pasaron largas horas que no fueron silenciadas gracias al traqueteo de las ruedas y al propio conductor, quien agitaba las correas para mantener el ritmo de la travesía. Durante el trayecto, Ryuko hizo varias pruebas; se pellizco así misma pensando que era un sueño, comió algo de paja para después escupirla; y llego a una conclusión: Estaba viva.
— Entonces seguro que Oda me manda al otro lado — murmullo para si misma.
—¡Ya estamos cerca de Sakemura! —avisó el conductor —. Si desean bajarse esta es su última oportunidad, pues luego de aquí me dirigiré a la frontera.
Si llegaba la frontera, podría llegar a verse en un grave problema de carácter diplomático, pero no le quedaba otra. Podría bajarse y buscar algo de información para volver a casa, o esperar a que la densa niebla desapareciera. Ambas opciones eran buenas, por lo que nada mas detenerse el caballo, se bajo sin dudar ni un momento.
La joven Ryuko para variar un poco en ella, siguió con sus divagaciones e historias de fantasmas imaginarias. Tampoco es que nadie ofreciera mucha conversación, lo que le hizo pensar que tal vez ya habían asimilado su destino, lo que explicaría esas caras largas llenas de tristeza y con la mirada vacía. Con algo de cautela, intento observar de reojo al supuesto shinigami que había subido al carromato.
—¿Ustedes también se perdieron en la niebla? — preguntó el joven al resto de pasajeros que asintieron apenados.
«¿Se habrá extraviado en el limbo? ¿O tal vez acabo su tarea? Claro, seguro que estaba cazando espíritus malignos, para que los muertos puedan encontrar donde descansar. » Se dió un golpecito sobre la palma de la mano abriendo los ojos, como si hubiera tenido una revelación; cosa que le ayudó a olvidar momentáneamente su desafortunado destino.
Desde aquel momento, pasaron largas horas que no fueron silenciadas gracias al traqueteo de las ruedas y al propio conductor, quien agitaba las correas para mantener el ritmo de la travesía. Durante el trayecto, Ryuko hizo varias pruebas; se pellizco así misma pensando que era un sueño, comió algo de paja para después escupirla; y llego a una conclusión: Estaba viva.
— Entonces seguro que Oda me manda al otro lado — murmullo para si misma.
—¡Ya estamos cerca de Sakemura! —avisó el conductor —. Si desean bajarse esta es su última oportunidad, pues luego de aquí me dirigiré a la frontera.
Si llegaba la frontera, podría llegar a verse en un grave problema de carácter diplomático, pero no le quedaba otra. Podría bajarse y buscar algo de información para volver a casa, o esperar a que la densa niebla desapareciera. Ambas opciones eran buenas, por lo que nada mas detenerse el caballo, se bajo sin dudar ni un momento.