8/10/2018, 00:29
Un joven con cabello castaño claro y ojos oscuros caminaba por las calles de la Villa con una elegancia extraña, como ese príncipe altanero en los pasillos de su palacio, pero sin esa soberbia característica que desagradaba a la vista. Él, lejos de poseer sangre noble, era un ninja. También, en sus ratos libres, un cantautor. Y, por encima de todo, un visionario. Un hombre de negocios que siempre buscaba nuevas vías para llenarse los bolsillos.
Algunos le conocían como el Hermano guapo del Desierto. Otros, como Uchiha Datsue. Él, cuya principal virtud era la modestia, prefería que simplemente le llamasen el Intrépido.
Y Datsue el Intrépido llevaba un tiempo sin revolucionar el mercado. Había hecho sus cosas en Los Herreros, por supuesto, por el que todavía recibía beneficios mensuales. Su firma —el Intrépido—, era grabada en las hojas que se vendían en la tienda de él y su socio, y se había consolidado en cierto hueco del mercado. No obstante, tras su proyecto fracasado con la revista Corazón Uzureño, no había vuelto a intentar abrir ninguna fuente nueva de ingresos.
Y eso era imperdonable.
Por eso, junto a Datsuse el Matakanes —el perro que Eri y Nabi le habían regalado por su ascenso a Jounin—, el Uchiha se dirigía a un conocido bar de la Aldea. Allí, testearía su nueva idea.
La taberna de Izaia, llamada El Cerezo, solía estar a reventar a partir de las ocho de la tarde. Aquel día no era una excepción, y las jarras de cerveza y vino volaban sobre las mesas a medida que sus comensales las vaciaban a una velocidad alarmante. Había un gran alboroto, como también era habitual, y un par de grupos se arremolinaban alrededor de dos mesas para ver una partida de cartas.
Datsue fue directo a la barra.
—No es Stuffy —remarcó a Izaia, la tabernera, cuando esbozó una mueca de disgusto al ver a Datsuse junto a él—. Tiene modales y esas cosas.
—¡Eso espero! —exclamó ella, mientras secaba un vaso con un trapo viejo—. ¿Y tu hermano? Es raro verte sin él.
Datsue se encogió de hombros.
—Anda perfeccionando su duodécimo ninjutsu Katon destrozaamejines —respondió con sorna—. Ponme lo de siempre.
Algunos le conocían como el Hermano guapo del Desierto. Otros, como Uchiha Datsue. Él, cuya principal virtud era la modestia, prefería que simplemente le llamasen el Intrépido.
Y Datsue el Intrépido llevaba un tiempo sin revolucionar el mercado. Había hecho sus cosas en Los Herreros, por supuesto, por el que todavía recibía beneficios mensuales. Su firma —el Intrépido—, era grabada en las hojas que se vendían en la tienda de él y su socio, y se había consolidado en cierto hueco del mercado. No obstante, tras su proyecto fracasado con la revista Corazón Uzureño, no había vuelto a intentar abrir ninguna fuente nueva de ingresos.
Y eso era imperdonable.
Por eso, junto a Datsuse el Matakanes —el perro que Eri y Nabi le habían regalado por su ascenso a Jounin—, el Uchiha se dirigía a un conocido bar de la Aldea. Allí, testearía su nueva idea.
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La taberna de Izaia, llamada El Cerezo, solía estar a reventar a partir de las ocho de la tarde. Aquel día no era una excepción, y las jarras de cerveza y vino volaban sobre las mesas a medida que sus comensales las vaciaban a una velocidad alarmante. Había un gran alboroto, como también era habitual, y un par de grupos se arremolinaban alrededor de dos mesas para ver una partida de cartas.
Datsue fue directo a la barra.
—No es Stuffy —remarcó a Izaia, la tabernera, cuando esbozó una mueca de disgusto al ver a Datsuse junto a él—. Tiene modales y esas cosas.
—¡Eso espero! —exclamó ella, mientras secaba un vaso con un trapo viejo—. ¿Y tu hermano? Es raro verte sin él.
Datsue se encogió de hombros.
—Anda perfeccionando su duodécimo ninjutsu Katon destrozaamejines —respondió con sorna—. Ponme lo de siempre.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado