12/10/2018, 22:11
Juro cometió tres errores en aquel momento. Primero y más obvio, distraerse, segundo, no moverse y, el peor de todos, ser un kuseño traidor hijo de un chacal. No dije nada, las palabras eran innecesarias. Por suerte, a nadie le pareció extraño porque Juro contestó a Eri antes de que esta pudiese darse cuenta de que no estaba realmente pendiente de qué me había preguntado.
Había cosas más importantes a las que estar atentos. No con la mirada, que iba de Eri a Juro conforme hablaban, ni con las orejas, que estaban apagadas o fuera de cobertura, sino con el olfato. Ese sentido tan desarrollado y útil para un Inuzuka, un sentido entrenado desde el minuto uno para detectar ciertos olores, olores inconfundibles. El de los desechos biológicos de Stuffy.
¿Por qué estaba entre Juro y Eri? ¿Por qué iba a ser? Si eso salpicaba a Eri, me iba de cabeza al matadero o a limpiar retretes de por vida, ya tuvimos nuestro momento con Datsue, casi mejor no repetir. Pero no había forma de detener lo que iba a pasar, nunca había pactado ninguna señal con Stuffy de "Alto el fuego" ni de "Abortar". Un verdadero Inuzuka nunca aborta nada, somos provida a muerte.
Cuando Juro empezó a hablar tan tranquilamente sin un atisbo de estar vigilando sus alrededores o pendiente a nada en particular, lo sentí. Un escalofrío por mi espalda ante la obertura de compuertas me confirmó el lanzamiento, no miré, porque realmente no tenía ni idea de por donde iba a venir. Era obvio que por alguna zona por detrás del kuseño, pero las coordenadas concretas escapaban de mi conocimiento y tampoco las quería saber.
Sabía todo lo que necesitaba, en algún momento vería el proyectil a punto de impactar y tendría que reaccionar. Y lo vi. Directo a la nuca de Juro, un buen pastel marrón. Una vez en el aire y hacia su objetivo, me tiré sobre Eri, con la intención de tirarla al suelo en dirección opuesta a la que venía el proyectil y cubrirla con mi cuerpo por si había algún rebote.
— ¡Cuidado!
Grité al tirarme sobre ella para que entendiese que le estaba salvando la vida, y no intentando violarla. Que con mi suerte nunca se sabe.
Había cosas más importantes a las que estar atentos. No con la mirada, que iba de Eri a Juro conforme hablaban, ni con las orejas, que estaban apagadas o fuera de cobertura, sino con el olfato. Ese sentido tan desarrollado y útil para un Inuzuka, un sentido entrenado desde el minuto uno para detectar ciertos olores, olores inconfundibles. El de los desechos biológicos de Stuffy.
¿Por qué estaba entre Juro y Eri? ¿Por qué iba a ser? Si eso salpicaba a Eri, me iba de cabeza al matadero o a limpiar retretes de por vida, ya tuvimos nuestro momento con Datsue, casi mejor no repetir. Pero no había forma de detener lo que iba a pasar, nunca había pactado ninguna señal con Stuffy de "Alto el fuego" ni de "Abortar". Un verdadero Inuzuka nunca aborta nada, somos provida a muerte.
Cuando Juro empezó a hablar tan tranquilamente sin un atisbo de estar vigilando sus alrededores o pendiente a nada en particular, lo sentí. Un escalofrío por mi espalda ante la obertura de compuertas me confirmó el lanzamiento, no miré, porque realmente no tenía ni idea de por donde iba a venir. Era obvio que por alguna zona por detrás del kuseño, pero las coordenadas concretas escapaban de mi conocimiento y tampoco las quería saber.
Sabía todo lo que necesitaba, en algún momento vería el proyectil a punto de impactar y tendría que reaccionar. Y lo vi. Directo a la nuca de Juro, un buen pastel marrón. Una vez en el aire y hacia su objetivo, me tiré sobre Eri, con la intención de tirarla al suelo en dirección opuesta a la que venía el proyectil y cubrirla con mi cuerpo por si había algún rebote.
— ¡Cuidado!
Grité al tirarme sobre ella para que entendiese que le estaba salvando la vida, y no intentando violarla. Que con mi suerte nunca se sabe.
—Nabi—
![[Imagen: 23uv4XH.gif]](https://i.imgur.com/23uv4XH.gif)