24/09/2015, 23:23
-¡No te vayas!- Chilló mientras se sentaba de golpe tras haber estado tumbada durante cuatro horas retorciéndose en la cama a causa de unas pesadillas. Se frotó los ojos con lágrimas en ellos, se retiró las sábanas que cubrían la mitad de su cuerpo, ya que aunque estaba en verano, por las noches entraba por su única ventana un aire refrescante, obligando a la kunoichi del remolino a tapar su cuerpo con alguna tela. Fue al baño y terminó vistiéndose con su ropa habitual. Sabía que por mucho que quisiese, no iba a volver a dormirse debido al miedo de volver a tener pesadillas esa misma noche, así que lo más sabio era salir a despejar su mente y serenarse.
Las pesadillas habían aparecido hace un tiempo, desde la primavera del año doscientos, para ser exactos, y solían acompañarla varios días a la semana, haciendo que la chica de hermoso rostro luciese unas ojeras bajo sus ojos, pareciendo así que la huérfana tuviese un aspecto enfermizo, y lo único que ocurría es que tenía falta de sueño. Así, volviendo a sus sueños, la joven solía viajar al mundo onírico encontrándose con su antiguo mejor amigo, y observaba una y otra vez como él se alejaba de ella, se alejaba para recibir una marca en su espalda, esa marca que llevaba atormentándola desde que descubrió su existencia. Su sed de curiosidad no se saciaba con saber que existía, no, necesitaba saber su historia, la historia de Uchiha Nabi, el por qué de su cambio, el por qué de que no hubiera ido a buscarla durante todo este tiempo...
Tantas preguntas hacían que las venas de sus sienes palpitasen, comenzando a implantar un dolor de cabeza en Eri que pretendía por todos los medios parar, si no, su caminata hubiera sido en vano. Además, aunque hubiese terminado enfadada con el rubio, no quería sentir rencor por él, u odio, por eso quería obviar esas preguntas sin respuesta y quedarse con los mejores momentos. Pero cuando quería recordar algo de él, siempre tenía que recordar momentos de su pasado en el orfanato, cuando él la brindaba abrazos amistosos y palabras de confianza.
''Pero ya nada es así, Eri.''
Se recordó mentalmente, cerrando sus ojos con fuerza, intentando disipar sus pensamientos como pudiese. Pensó en el orfanato, en el jefe, en Yuna, en Genza... Ella no había tenido una vida sencilla, pero tampoco se quejaba, al fin y al cabo, ahora había logrado forjar amistades con mucha gente y ya no estaba sola, sin embargo un vacío en el pecho seguía sin ser rellenado, y tenía nombre y apellido, sin embargo, sabía que no volvería a ser llenado.
Caminó y caminó hasta que en sus sandalias ninja se instalaron unas piedrecitas tan finas, que parecía arena. Un momento... Pensó. Efectivamente, estaba en las Costas del Remolino, donde podía divisar como el color del agua se fundía en el horizonte con el color del cielo, mientras que el suave aire jugaba con la arena del lugar, mientras que también mecía sus cabellos al compás. Sonrió con nostalgia, nunca había ido allí por voluntad propia, así que ya iba siendo hora de darle una oportunidad.
Pero cuando comenzó a andar de nuevo, se dio cuenta de que no estaba sola en la playa. Había una persona sentada cerca del agua, con una capucha negra adornando su cabeza. Se alarmó e intentó averiguar más sobre el individuo, pero tal fue su sorpresa al ver el símbolo que adornaba sus brazos, que cayó al suelo perpleja.
-Nabi... - Consiguió articular, olvidando que ahora le llamaba por su apellido.
Las pesadillas habían aparecido hace un tiempo, desde la primavera del año doscientos, para ser exactos, y solían acompañarla varios días a la semana, haciendo que la chica de hermoso rostro luciese unas ojeras bajo sus ojos, pareciendo así que la huérfana tuviese un aspecto enfermizo, y lo único que ocurría es que tenía falta de sueño. Así, volviendo a sus sueños, la joven solía viajar al mundo onírico encontrándose con su antiguo mejor amigo, y observaba una y otra vez como él se alejaba de ella, se alejaba para recibir una marca en su espalda, esa marca que llevaba atormentándola desde que descubrió su existencia. Su sed de curiosidad no se saciaba con saber que existía, no, necesitaba saber su historia, la historia de Uchiha Nabi, el por qué de su cambio, el por qué de que no hubiera ido a buscarla durante todo este tiempo...
Tantas preguntas hacían que las venas de sus sienes palpitasen, comenzando a implantar un dolor de cabeza en Eri que pretendía por todos los medios parar, si no, su caminata hubiera sido en vano. Además, aunque hubiese terminado enfadada con el rubio, no quería sentir rencor por él, u odio, por eso quería obviar esas preguntas sin respuesta y quedarse con los mejores momentos. Pero cuando quería recordar algo de él, siempre tenía que recordar momentos de su pasado en el orfanato, cuando él la brindaba abrazos amistosos y palabras de confianza.
''Pero ya nada es así, Eri.''
Se recordó mentalmente, cerrando sus ojos con fuerza, intentando disipar sus pensamientos como pudiese. Pensó en el orfanato, en el jefe, en Yuna, en Genza... Ella no había tenido una vida sencilla, pero tampoco se quejaba, al fin y al cabo, ahora había logrado forjar amistades con mucha gente y ya no estaba sola, sin embargo un vacío en el pecho seguía sin ser rellenado, y tenía nombre y apellido, sin embargo, sabía que no volvería a ser llenado.
Caminó y caminó hasta que en sus sandalias ninja se instalaron unas piedrecitas tan finas, que parecía arena. Un momento... Pensó. Efectivamente, estaba en las Costas del Remolino, donde podía divisar como el color del agua se fundía en el horizonte con el color del cielo, mientras que el suave aire jugaba con la arena del lugar, mientras que también mecía sus cabellos al compás. Sonrió con nostalgia, nunca había ido allí por voluntad propia, así que ya iba siendo hora de darle una oportunidad.
Pero cuando comenzó a andar de nuevo, se dio cuenta de que no estaba sola en la playa. Había una persona sentada cerca del agua, con una capucha negra adornando su cabeza. Se alarmó e intentó averiguar más sobre el individuo, pero tal fue su sorpresa al ver el símbolo que adornaba sus brazos, que cayó al suelo perpleja.
-Nabi... - Consiguió articular, olvidando que ahora le llamaba por su apellido.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)