28/10/2018, 19:44
Eri observó, al principio temerosa, pasando por curiosa hasta quedar maravillada al ver como Hanabi lograba hacer un rasengan perfecto en la palma de su mano. Estuvo expectante al ver como esos pequeños hilos lograban formar aquella esfera de chakra que ahora reposaba en poder de Hanabi, incapaz de pensar en otra cosa que en aquella técnica.
Le recordaba tanto a Shiona.
—Rasengan —dijo—. Una técnica pasada de generación en generación desde la antigua Konohagakure. A mí me la enseñó Shiona-sama, mi maestra. Y a mi maestra, Akimichi Daigo, su predecesor.
Entonces su cabeza pareció hacer click, ¿acaso insinuaba...?
—Si tú vas a ser el legado de Shiona, me parece apropiado que la aprendas.
—¿Y-yo? —balbuceó, sin acabar de creérselo. Los colores acudieron a sus mejillas—. ¡P-pero Uzukage-sama, el Rasengan... Quizá es demasiado! —se excusó. Claro que le encantaría conocer esa técnica, pero había pasado de generación en generación de Uzukages... Si ella lo conseguía, eso solo podía significar estar firmando un mudo acuerdo en que ella cogería las riendas de la villa.
Le recordaba tanto a Shiona.
—Rasengan —dijo—. Una técnica pasada de generación en generación desde la antigua Konohagakure. A mí me la enseñó Shiona-sama, mi maestra. Y a mi maestra, Akimichi Daigo, su predecesor.
Entonces su cabeza pareció hacer click, ¿acaso insinuaba...?
—Si tú vas a ser el legado de Shiona, me parece apropiado que la aprendas.
—¿Y-yo? —balbuceó, sin acabar de creérselo. Los colores acudieron a sus mejillas—. ¡P-pero Uzukage-sama, el Rasengan... Quizá es demasiado! —se excusó. Claro que le encantaría conocer esa técnica, pero había pasado de generación en generación de Uzukages... Si ella lo conseguía, eso solo podía significar estar firmando un mudo acuerdo en que ella cogería las riendas de la villa.