2/11/2018, 18:09
Eri se quedó anonadada al escuchar a Hanabi, y frunciendo ligeramente los labios en señal de que no sabía que hacer, calló y escuchó a su Uzukage.
—Hace unos meses, yo también habría pensado que no eran capaces de destruir una estatua. Ni de muchas cosas más que al final sí que han acabado haciendo, los hijos de su madre. Pero oye, al fin y al cabo son ninjas de mi aldea, ¿no? Tengo que velar por ellos. Creerles. Quizá no siempre, pero en este caso no veo por qué habrían destrozado la cabeza de ese kage, la verdad.
Se encogió de hombros, la verdad es que no veía la lógica al destrozar la cabeza del Arashikage, por mucho odio que le tuvieran a Amegakure.
Hanabi procedió a explicar que ya conocían la ubicación de Amegakure y que iría en barco hasta el País de la Tormenta, y de ahí iría directamente a la villa, con un pergamino que le otorgaba derechos para con su villa. Aunque claro, podían no ser suficientes para hablar con Amegakure directamente, así que tomarían medidas si no estaban por la labor de querer colaborar.
—Si no levantas la voz a Yui o a sus subalternos no ocurrirá nada. Te creo bastante sosegada como para lograrlo. Pero sí que hay algo que quiero que quede claro. Será nuestra única exigencia para empezar a hablar. Es innegociable.
Se acercó sin querer, curiosa por saber qué era aquello innegociable que necesitaba pedir a Yui para hablar.
—Hemos descubierto que Amedama Daruu puede teletransportarse a nuestros muelles con libertad, aunque tanto Akame como Datsue como nuestro especialista en Fuuinjutsu coinciden en que tiene que poder hacerlo porque ha preparado un medio aquí. La única condición para el diálogo es que ese ninja elimine el sello, o lo que sea que tiene aquí, para que no puedan invadirnos cuando a ellos se les antoje.
Ahogó un grito de sorpresa, sin embargo su rostro denotaba claramente asombro. ¿Cómo era que Amedama Daruu era capaz de teletransportarse a Uzushiogakure? ¡Era imposible...!
¿O...? ¿O sería algo similar a la técnica de Akame?
—Comprendo, Uzukage-sama —asintió, tras unos segundos sin saber muy bien qué contestar. Su tarea parecía la mar de sencilla: ir a Amegakure a hablar con Amekoro Yui y arreglar el tratado de paz, pero para hablar pediría amablemente que Daruu quitase el sello o lo que fuera que le dejara transportarse a Uzushiogakure —. Lo haré lo mejor que pueda. —E hizo una reverencia.
Tenía que darlo todo, pues aquello, sin duda, podría beneficiar al pacto que habían forjado Ayame y ella.
—Hace unos meses, yo también habría pensado que no eran capaces de destruir una estatua. Ni de muchas cosas más que al final sí que han acabado haciendo, los hijos de su madre. Pero oye, al fin y al cabo son ninjas de mi aldea, ¿no? Tengo que velar por ellos. Creerles. Quizá no siempre, pero en este caso no veo por qué habrían destrozado la cabeza de ese kage, la verdad.
Se encogió de hombros, la verdad es que no veía la lógica al destrozar la cabeza del Arashikage, por mucho odio que le tuvieran a Amegakure.
Hanabi procedió a explicar que ya conocían la ubicación de Amegakure y que iría en barco hasta el País de la Tormenta, y de ahí iría directamente a la villa, con un pergamino que le otorgaba derechos para con su villa. Aunque claro, podían no ser suficientes para hablar con Amegakure directamente, así que tomarían medidas si no estaban por la labor de querer colaborar.
—Si no levantas la voz a Yui o a sus subalternos no ocurrirá nada. Te creo bastante sosegada como para lograrlo. Pero sí que hay algo que quiero que quede claro. Será nuestra única exigencia para empezar a hablar. Es innegociable.
Se acercó sin querer, curiosa por saber qué era aquello innegociable que necesitaba pedir a Yui para hablar.
—Hemos descubierto que Amedama Daruu puede teletransportarse a nuestros muelles con libertad, aunque tanto Akame como Datsue como nuestro especialista en Fuuinjutsu coinciden en que tiene que poder hacerlo porque ha preparado un medio aquí. La única condición para el diálogo es que ese ninja elimine el sello, o lo que sea que tiene aquí, para que no puedan invadirnos cuando a ellos se les antoje.
Ahogó un grito de sorpresa, sin embargo su rostro denotaba claramente asombro. ¿Cómo era que Amedama Daruu era capaz de teletransportarse a Uzushiogakure? ¡Era imposible...!
¿O...? ¿O sería algo similar a la técnica de Akame?
—Comprendo, Uzukage-sama —asintió, tras unos segundos sin saber muy bien qué contestar. Su tarea parecía la mar de sencilla: ir a Amegakure a hablar con Amekoro Yui y arreglar el tratado de paz, pero para hablar pediría amablemente que Daruu quitase el sello o lo que fuera que le dejara transportarse a Uzushiogakure —. Lo haré lo mejor que pueda. —E hizo una reverencia.
Tenía que darlo todo, pues aquello, sin duda, podría beneficiar al pacto que habían forjado Ayame y ella.