—¡No tan rápido cariño— Alzó el dedo y sonrió. —Recuerda que tú me debes una pieza, así de paso te tengo cerquita y me aseguro que cumplas. Yo no dejaré que ningún hombre me deje vendida— Taconeó tres veces con su pie derecho.
—¿Al fin tendré alguien que me eche mano con toda la organización?
—Será una larga semana— Suspiró melancólico el muchacho.
—¿Al fin tendré alguien que me eche mano con toda la organización?
—Será una larga semana— Suspiró melancólico el muchacho.