Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—Ayayayayai...— Su sombrero terminó en el suelo mientras él se sobaba la cabeza. —Bruta, por eso no tienes novio— Masculló.
La sonrisa de Homura se desdibujó en una mueca forzosa, abriendo sus ojos que parecían reflejar las llamas del averno en sus iris. No se fiaba del todo de las palabras de los extranjeros, era imposible creer ciegamente en las disculpas de alguien a quién no conocía. Pobres de aquellos que intentaran imperar razón por sobre su juicio, pues ella tenía más de dos ojos vigilando en aquel lugar.
—Renko, resumen de lo ocurrido—. Aparentemente ignoró los ruegos de los presentes.
—Bāndo vino a escupir arena cómo de costumbre, el jovenzuelo de la katana respondió los improperios. Ambos desenfundaron sus armas cómo machos orgullosos. El otro par de mocosos quisieron separarlos, pero fue inútil. Luego por alguna razón se frenaron en seco y empezaron a soltar incoherencias sobre la salud mental de cada uno— Remató.
—Bāndo, deja de llamar moscas y llévate tu pestilente trasero a otro lado. Riko y tú... niño de pelo raro, pueden quedarse. El del moño, me vas a pagar la cuenta de todos los comensales que salieron huyendo por su estúpido escándalo—. Aquello no era una sugerencia, sino una orden directa.
—¿Hola? ¡Estoy aquí!— Intentó hacerse notar. —¿Cómo es que ella es la patrona y yo el señorito? ¡El encargado soy yo!— Bufó rompiendo la tensión.
—Lo siento Utage, pero debes admitir que tu hermana tiene más huevos que tú.
—Joder, eso es a lo que llamo una hembra empoderada— Parpadeó varias veces mientras se cruzaba de brazos. —¿Qué harán?— Observó a los dos shinobis de la Espiral.
El maleante trató de levantarse, nuevamente ayudado por sus secuaces. Aún le temblaban los brazos, extendiéndose cómo un tic nervioso hasta sus dedos. Intento sacar una navaja de su chaqueta pero al intentar deslizarla en su mano se cortó un dedo. Chasqueó la lengua, aquello no estaba bien.
—No quiero volver a verte hasta el día de la carrera.
—Sólo recuerda que los billetes serán míos, ganaré ese premio legalmente— Se desempolvó las ropas y caminó hasta la salida, frenándose en el umbral. —Ah, casi lo olvido— Se giró una última vez mientras escondía su mirada bajo el ala del sombrero. —Utage, Homura. Tienen mi pésame—. Dicho esto, cruzó la salida.
El muchacho pareció estremecerse con esas palabras, mordiéndose el labio. La chica, por su lado, se mantuvo estoica.
"Mierda, ¿cómo se supone que terminé involucrado en todo esto? Es una pinche telenovela." Negó varias veces con la cabeza. Todo el drama montado era insufrible. Apenas logró observar la pelea, la cual terminó en segundos. El criminal no era tan débil, pero sin duda el de los ojos rojos era quién más le intrigaba. "Ni siquiera pude ver el ataque del bandido y él lo esquivó estando a tan corta distancia. Es tan bueno cómo me lo imaginaba, quizás mejor. Sin duda es Uchiha Datsue. Me queda por averiguar el apellido del tal Riko, por si acaso." Pese a que estuvieron conversando enfrente de él, nunca escuchó otros datos reveladores aparte de sus nombres. Quizás lo único destacable es que aparentemente guardaban algo de resquemor hacia los habitantes de Kusagakure y Amegakure. "Por una vez en la vida me alegra hacerle caso al abuelo."
Homura podía haberle pedido mil cosas. Podía haberle pedido que se disculpase. Que se largase. Que ofreciese un concierto a la clientela que quedaba en compensación. Podía haberle pedido, incluso, que reconociese su parte de culpa y pidiese perdón a los malhechores. Pero si había algo en lo que el Uchiha era reticente, eso era en pagar de más. Especialmente cuando era por una causa injusta.
—Discúlpeme, señorita… ¿Homura? Verá, con todo el respeto de Oonindo, creo que le han informado un pelín mal. Yo no desenvainé mi katana como un macho orgulloso, no. Lo hice como un joven chico que quiere vivir. ¿Qué querían? Que cuando el hombre sacó sus navajas, ¿yo le ofreciese mi pecho para ser apuñalado? Ningún guarda o miembro de seguridad vino a socorrerme, y yo tuvo que actuar.
»Así que creo que lo más justo, lo más ético y moral, es que pida usted al Bāndo ese que acaba de desaparecer por la puerta que pague él lo que quedó a deber. —Aquella tipa no solo quería que pagase, ¡quería que lo hiciese en su totalidad! ¡Dejando que el otro, el que había montado todo aquel escándalo, se fuese de rositas! Era una barbaridad—. Porque lo que es yo, no pienso pagar —«una puta mierda»—. Primero porque me parece inmoral. Y segundo, porque estoy tan pobre que a duras penas me llega para costearme la estancia.
Claro que no le había pasado desapercibido el pésame del tipejo aquel. Ni la mención a no sabía qué carrera. Pero el dinero era prioritario. Siempre lo era. Envainó la katana y dio un tercer trago al licor. Mucho se temía iba a necesitar el calor proporcionado por el alcohol aquella noche…
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Desde el primer momento en el que Homura habló y dejó claro que Datsue iba a pagar todas las consumiciones de la gente que había salido espantada al iniciarse la disputa, el Kaguya supo que aquello no era algo que fuera a suceder, y antes de aquello dormirían en la calle o montarían en sus camellos y se irían a cualquier otro lugar de aquel inmenso desierto, por lo que no se sorprendió en absoluto cuando el Uchiha habló.
—Lo cierto es que estoy con mi compañero en esto, Homura-san, si quieres alguna compensación por esto, deberías hablar con el tipejo ese, no con nosotros. — No iba a dejar colgado a su colega en aquello.
Datsue le dio otro trago a su bebida tras guardar su katana en su funda.
—De todas formas, si hay algo en lo que podamos ayudar, no dudes en decírnoslo, y haremos lo que podamos, ¿verdad?
La pregunta iba dirigida a su camarada, que esperaba que al menos aceptase aquello, todo por un fin mayor, poder dormir en una cama y no tener que buscarse la vida para pasar la noche.
—Verdad —concedió a su camarada. Datsue tenía las prioridades claras: primero estaba el dinero, luego dormir en una cama caliente, y, justo después, el orgullo. Dio otro pequeño sorbo, notando como el calor le subía hasta las mejillas. Media copa y ya empezaba a ponerse contento—. Verdad, verdad.
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Homura suspiró y se llevó la mano a la cara, restregándose los ojos a la vez que negaba con la cabeza. —¿Por qué tengo que explicar las cosas siempre que hay problemas con los extranjeros?— Un resoplido y alzó nuevamente la mirada, aún firme en su decisión. —Ese granuja me las va a pagar, porque conoce su lugar y sabe que debe retribuirme—. Dijo severa.
—El alguacil y el pueblo en general han sido muy indulgentes con él. Si por mí fuera ya lo habrían mandado a la horca hace mucho tiempo— Interrumpió la cantienera, sólo para luego ir a traer una escoba y comenzar a barrer.
Utage apretó los puños, furioso. Miraba nervioso a los presentes, cómo si quisiera decir algo pero conteniéndose a la vez.
—No es que no le vaya a cobrar nada. Pero a Bāndo lo puedo incriminar y controlar cuando me plazca. Él es, parte del pueblo. Pero de ustedes no sé una mierda— Se llevó las manos a la cintura. —¿Sabes que Riko? Ya que argumentan no poder pagar, pero están dispuestos a colaborar, hay una cosita con la que me pueden echar mano— Sonrió.
—Oeh, antes que nada. Sólo para aclarar, yo estoy fuera de este rollo. A ellos ni los conozco, así que no me termines metiendo en el mismo saco— Objetó.
—Si no vas a decir nada productivo mejor cierra el pico—. Giró toscamente su cabeza, regresando bruscamente su mirada sobre los uzuneses. —Cómo decía. Quiero entonces ayuda con los preparativos de la organización del Festival de los Arroyos. Durante los cinco días que dura, daré por sentado que la mano de obra cuenta tanto para pagar el hospedaje como las pérdidas del incidente de hoy. Si no, tendré que ir recurriendo a las autoridades porque no puedo darme el lujo de salir con pérdidas—. Lanzó su amenaza final mientras se cruzaba de brazos.
"Parece que está acostumbrada a que la gente obedezca todos sus caprichos, actúa cómo un capataz explotador. ¿Por qué es tan complaciente con aquel bastardo? Casi parecían cercanos, por el trato de confianza que mostraba con estos hermanos. Aquí se está cocinando algo y no es precisamente un estofado." No tenía motivos para intervenir en la conversación, pues la decisión de tomarlo o dejarlo era del dúo de la Espiral. "Ya anocheció y yo sin poder averiguar algo sobre el mentado Kawaraga. Ni modo, no se me ha dado la oportunidad, aunque esta muchacha parece tener buenos contactos. Quizás me sea de utilidad y sepa algo." Continuaba maquinando ideas.
—Pst, pst— Se acercó a donde estaban sus homónimos y les susurró en voz baja. —Si aceptas es cómo si pudieses quedarte gratis— En el sentido de que al menos no gastaría billetes de verdad, porque el trabajo físico era inevitable.
Al parecer su intento de evitar pagar los costes a cambio de realizar algún trabajo para compensar había sido aceptada por todos los integrantes de aquella conversación, tanto Datsue como Homura aceptaron, y la chica les informó que tendrían que ayudar con los preparativos del festival que estaba a punto de celebrarse en el lugar, y a cambo, olvidaría todo aquel asunto de pagar las consumiciones de la gente que había salido huyendo y, además, podrían dormir allí mientras trabajaban.
Riko asintió, complacido por el trato que había hecho, aunque miró a su camarada Datsue para obtener su bendición, esperando que dijera que sí para evitar más problemas, de todas formas no creía que el trabajo fuera a suponerles demasiados problemas, por lo que lo único que haría sería alargar ligeramente su estancia en aquel lugar.
—Pst, pst. Si aceptas es cómo si pudieses quedarte gratis
Riko asintió, lo sabía y le convencía, por lo que se dirigió a Homura.
4/11/2018, 21:07 (Última modificación: 4/11/2018, 21:08 por King Roga.)
—¡No tan rápido cariño— Alzó el dedo y sonrió. —Recuerda que tú me debes una pieza, así de paso te tengo cerquita y me aseguro que cumplas. Yo no dejaré que ningún hombre me deje vendida— Taconeó tres veces con su pie derecho.
—¿Al fin tendré alguien que me eche mano con toda la organización?
—Será una larga semana— Suspiró melancólico el muchacho.
Luego de este post seguimos con el orden que ya teníamos XD. Turno de Datsue.
Datsue asintió a Riko y dejó que hablase. Internamente, sin embargo, pensaba.
Pensaba que cinco días eran muchos días de Dios para quedarse. Que en aquel tiempo se hacía una misión B y se sacaba dos mil fajos de billetes. Que era un hombre ocupado y comprometido. Que eran una exageración por cuatro copas de mierda.
Pensaba, a su vez, que no era necesario negarse. Ni complicarse. ¿Por qué no aceptar, y dormir tranquilamente? ¿Desayunar incluso? ¿Reponer fuerzas? ¿Qué le impediría, acto seguido, coger el camello y largarse de allí? ¿Aquella muchacha con aires de grandeza? Se sonrió. Podía aceptar el trato, y romperlo de manera unilateral al día siguiente.
El timador timado.
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—¡No tan rápido cariño. Recuerda que tú me debes una pieza, así de paso te tengo cerquita y me aseguro que cumplas. Yo no dejaré que ningún hombre me deje vendida
Riko asintió.
—Ya te dije que no te dejaría tirada con eso. — Se atrevió a sonreír el genin. —Imagino que empezamos mañana, ¿verdad?
Miró a todos los presentes, esperando que todos le dieran su aprobación y poder así marcharse a una habitación que le asignasen y poder hablar con Datsue con más calma.
—Yo ya dije todo lo que tenía que decir, Utage, encárgate del resto— Se dio la vuelta con rapidez.
—No me des órdenes— Alegó, aunque de todas formas acató lo que se le dijo. —Por hoy el espectáculo quedó arruinado, que Renko les de las llaves de sus cuartos. Mañana temprano hay que limpiar el estropicio— Empezó a caminar hasta la salida. —Yo tengo que ir a informar al alguacil de lo ocurrido— Salió del lugar sin despedirse.
—Oye, tú. ¿Te llamas Homura, cierto?— Llamó la atención de la pelirroja antes que esta desapareciera por la puerta para los empleados.
—¿De qué se trata ahora?— Le vio de reojo con una expresión fulminante.
—Me llamo Rōga, vine a este pueblo buscando a alguien— No se presentó tan rimbombante cómo era de costumbre ya que tenía la intención de mantener el perfil bajo. Era toda una lástima, se estaban perdiendo de la magnifica combinación de palabras. Decir su nombre a secas, no era tan impactante cómo la armonía que generaba junto a su apellido, digno de un protagonista de leyendas. —Quizás tu podrías decirme dónde puedo encontrarlo, su nombre es Reisei Kawaraga— Preguntó con tono calmado, sin saber lo que iba a desatar.
—Auh— La cantinera se detuvo en seco, soltando la escoba en el proceso.
Homura abrió los ojos, sosteniendo el pomo de la puerta por segundos.
—Papá murió hace una semana, no se qué asuntos tenías con él. Piérdete— Habló cómo si se tratara de un autómata, una máquina que no reacciona ante los sentimientos sino por lógica.
—¡Ah no! No me crucé medio continente para que me dejen con la palabra en la boca ahora—. Arremetió. En esos momentos le importaba más completar el encargo que los sentimientos de aquella hija que ahora se encontraba sin padre.
«Joder, Riko, ¡y sigues tonteando con ella! Menudo truhan. A tu edad yo no era tan espabilado». De hecho, ni siquiera sabía si llegaba a su altura en la actualidad. El Uchiha siempre se las había dado de donjuán, pero en realidad…
—Pff...
Tuvo que desviar la mirada hacia el declarado Roga cuando este reveló el motivo de su presencia. No resultaba ser otro que la búsqueda del padre de Homura, muerto hacía una semana. «Por eso lo del pésame… y quizá ese malhumor». Una parte pequeña de él se sintió mal por haberla prejuzgado de forma tan prematura.
—¡Ah no! No me crucé medio continente para que me dejen con la palabra en la boca ahora.
—¡Pero bueno! Ten un poco de tacto, joder —dijo, chispeante. ¿Qué tipo de músico insensible era él?
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Entonces, cuando parecía que todo iba a terminar, el tercer integrante del grupo, que se presentó como Rōga, hizo una de las mayores cagadas de la historia, al menos, de la historia conocida por Riko, mucho peor que preguntarle a alguien por su pareja cuando lo acaban de dejar, preguntar a alguien por su padre cuando acababa de morir.
Miró de reojo a su camarada, que replicó al instante cuando Rōga insistió a pesar de que le acabaran de dar la noticia d ela muerte de la persona que buscaba.
—¡Pero bueno! Ten un poco de tacto, joder
No estaba el horno para bollos, por lo que intentaría que aquello no se descontrolara del todo, por lo que se acercó al oído del Uchiha.
—Déjalo, cojamos las llaves y vamos a la habitación, que tenemos que hablar. — Le susurraría, además, sabía que Homura no necesitaba que mediasen por ella, si no quería hablar con aquel chico, no lo haría.
Quizás había abierto la boca de más, pero tenía un sentido de urgencia que le impulsaba a preguntar más detalles sobre el asunto. ¿Por qué justamente tenia que morirse la persona con la que tenía que hablar? Ni siquiera estaba seguro de porqué estaba ahí, siendo que la persona que podría responder aquella pregunta estaba dos metros bajo tierra. Lo único seguro es que el abuelo lo mandó a ese sitio por una muy buena razón. Escuchó una réplica por parte del Uchiha. Sí, el mismo que hace unos minutos protagonizó una disputa por no aguantarse las palabras de un bandido inútil. "Ay sho, él es la última persona que debería estar hablando."
—Mira, perdón si sueno pesado, pero es importante— Se cruzó de brazos. —Vengo de parte de Shishio, ya que debía entregarle algo.
—¿De King Shishio?— Se dio la vuelta, parpadeando varias veces mientras relajaba la postura. —Mentira. Él debía venir en persona— Contestó.
—Es la verdad. Ya está muy viejo y no pudo venir a hablar con el señor Kawaraga, incluso me pidió que le diera sus disculpas, pero por la edad y su estado de salud no podía venir hasta aquí— Fue su último intento para convencerla.
—Y mi estúpido hermano tenía que salir ahora. Cómo sea. Esto cambia las cosas, pero no tengo humor para lidiar ahora mismo con el asunto, hablaremos mañana ya si eso. Con permiso—. Se retiró al interior del establecimiento, somatando con fuerza la puerta al cerrarla tras de sí.
—¡Que día!— Se quejó mientras se dejaba caer de sentón en una silla.
—Ya la oyeron. Vengan, acá están las llaves de las habitaciones. Dentro de una hora se sirve la cena a los huéspedes en el salón comedor interior— Dijo mientras extendía 3 pares de llaves por encima de la barra.
—Huh— El Yotsuki se levantó del asiento y caminó para tomar las suyas, para luego meter ambas manos en los bolsillos y caminar hasta las escaleras. —Gracias— Dijo antes de desaparecer.
—Déjalo, cojamos las llaves y vamos a la habitación, que tenemos que hablar.
—Tienes razón —aceptó Datsue, sabedor de que ya se había metido en demasiados líos.
Así pues, cerró la boca, y se propuso no volver a abrirla hasta llegar a la habitación. Incluso cuando la conversación entre Roga y Homura se puso de lo más intrigante, se mantuvo al margen, tan solo poniendo el oído.
—Ya la oyeron. Vengan, acá están las llaves de las habitaciones. Dentro de una hora se sirve la cena a los huéspedes en el salón comedor interior.
Datsue asintió, mientras se adelantaba para tomar las suyas. Luego, imitando a Roga, subiría por las escaleras para ir hasta su habitación. Esperaba que Riko le siguiese para poder conversar tranquilamente —sin oídos indiscretos— y aclarar un par de asuntillos.
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Tanto Datsue como Riko fueron meros espectadores de la conversación que tuvo lugar entre Roga y Homura, en la cual quedó en claro que lo que el muchacho tenía que ofrecer sí era del interés de la chica, solo que no estaba de humor como para atenderle en aquellos momentos, por lo que lo dejarían para otro día.
—Ya la oyeron. Vengan, acá están las llaves de las habitaciones. Dentro de una hora se sirve la cena a los huéspedes en el salón comedor interior—
El Kaguya siguió al resto, se hizo con la llave de su habitación y avanzó hasta las escaleras, siguiendo entonces a Datsue, con el que no hablaría hasta que estuvieran lejos de oídos que no fueran uzuneses.
—¿Qué ha pasado ahí abajo tío? ¿Qué le has hecho a ese tipo? — Soltó un suspiro, no pensaba que se lo fuera a explicar con detalle, pero al menos una resumida explicación estaría bien. —¿Qué se supone que vamos a hacer con lo del festival?