5/11/2018, 18:24
Tras observar la exhibición de su alumna en la habitación contigua, concluyo que lo mejor era dejarla reposar hasta el día siguiente, a la espera de que tampoco intentara hacer ninguna estupidez durante la noche. Ryuko ni se le había pasado por la cabeza aquello, por lo que poco después de recuperar parte del control de su estomago, se fue directamente a dormir. Al menos, la habitación no le daba vueltas.
Oda se levantó temprano, como era habitual en él. Bajo las escaleras y espero encontrarse a su alumna durante el camino, o poco después en alguna zona común, a la espera de su maestro; pero no fue así. Tras esperar algunos minutos, Oda volvió hasta su habitación, pero paso de largo de esta, pues a escasos metros estaba la habitación de su alumna. Abrió la puerta con una llave que momentos antes pidió en recepción para ir a buscar a su alumna, y allí estaba, durmiendo a pierna suelta. Poco después de que este interrumpiera en el cuarto, Ryuko abrió los ojos lentamente.
— Y-Y-Yo... — susurraba aterrada ante la mirada de su figura paterna.
— Tienes diez minutos para prepararte y vernos en la entrada, o si no...
La joven asintió y su maestro no continuó la frase, sabía lo terrible que podría llegar a ser su ira, y seguramente había agotado toda su paciencia por medio año el día anterior. Salió en silencio de la habitación y Ryuko comenzó a correr por la sala de un lado a otro vistiéndose y llevándose algún que otro golpe adicional contra el mobiliario.
En la entrada, Oda esperaba vistiendo una larga gabardina oscura que llegaba hasta sus tobillos, donde se podían observar unas botas tan oscuras como su abrigo. Un joven llamó su atención, que tras dirigir un par de palabras con la mujer del mostrador, este salió por la puerta junto a un paquete que llevaba en las manos.
— Y-Ya estoy, ya estoy,
Una sudorosa Ryuko bajo jadeando por las escaleras, deteniéndose al lado de su maestro, intentando recobrar el aliento.
— Bien, el lago ya debería estar abierto, así que no perdamos mas el tiempo — añadió con su habitual tono de seriedad. Ryuko asintió, y se limitó a seguir a su maestro.
* * * *
Oda se levantó temprano, como era habitual en él. Bajo las escaleras y espero encontrarse a su alumna durante el camino, o poco después en alguna zona común, a la espera de su maestro; pero no fue así. Tras esperar algunos minutos, Oda volvió hasta su habitación, pero paso de largo de esta, pues a escasos metros estaba la habitación de su alumna. Abrió la puerta con una llave que momentos antes pidió en recepción para ir a buscar a su alumna, y allí estaba, durmiendo a pierna suelta. Poco después de que este interrumpiera en el cuarto, Ryuko abrió los ojos lentamente.
— Y-Y-Yo... — susurraba aterrada ante la mirada de su figura paterna.
— Tienes diez minutos para prepararte y vernos en la entrada, o si no...
La joven asintió y su maestro no continuó la frase, sabía lo terrible que podría llegar a ser su ira, y seguramente había agotado toda su paciencia por medio año el día anterior. Salió en silencio de la habitación y Ryuko comenzó a correr por la sala de un lado a otro vistiéndose y llevándose algún que otro golpe adicional contra el mobiliario.
En la entrada, Oda esperaba vistiendo una larga gabardina oscura que llegaba hasta sus tobillos, donde se podían observar unas botas tan oscuras como su abrigo. Un joven llamó su atención, que tras dirigir un par de palabras con la mujer del mostrador, este salió por la puerta junto a un paquete que llevaba en las manos.
— Y-Ya estoy, ya estoy,
Una sudorosa Ryuko bajo jadeando por las escaleras, deteniéndose al lado de su maestro, intentando recobrar el aliento.
— Bien, el lago ya debería estar abierto, así que no perdamos mas el tiempo — añadió con su habitual tono de seriedad. Ryuko asintió, y se limitó a seguir a su maestro.