5/11/2018, 18:48
Ambos se hallaban frente a la decrepita puerta, que Kazuma no dudo por un instante en abrir. Con un suave gesto, esta se corrió hacia un lateral, no sin antes quejarse esta con un estridente sonido. La pintoresca imagen que se podía observar en el interior, era tan inquietante como la del exterior.
Bajo una tenue luz anaranjada por las lamparas de aceite, se podían observar diversas figuras en el interior del negocio. Tanto hombres como mujeres en aquel lugar distinguían un largo espectro; algunos hombres eran grandes y voluminosos, llenos de cicatrices y tatuajes, otros sin embargo eran algo mas delgados y consumidos, y sin embargo, daban la misma sensación de hostilidad que los otros. Todas sus miradas se centraron en ella y su compañero debido al resplandor de luz al abrir la puerta.
—Interesante —dijo tras observar el interior—. Pasemos.
«¿I-Interesante? ¿En serio? ¿Me estas vacilando?»
— C-Con permiso — susurró de forma casi imperceptible, cerrando tras de ella la puerta y aligerando suavemente el paso, dirigiéndose hasta su compañero.
«Espero no tener que volver a verme involucrada en otra pelea de bar...» repetía en sus pensamientos una y otra vez mientras avanzaba por el local hasta Kazuma. Este se había acercado hasta la barra, Ryuko pensó que lo hizo en búsqueda de información, aguardando no quedarse en aquel lugar mucho rato, le siguió.
—¿Van a ordenar algo, forasteros? — pregunto, con una voz ruda tras la barra el camarero, mientras limpiaba entre sus manos un vaso.
—¿U-Un zumo de melocotón seria posible?— añadió intimidada levantando el dedo indice tembloroso.
No le apetecía ninguna bebida o comida en aquel instante, bastante tenia con no hacerse sus necesidades encima, pero decidió aceptar la invitación, con la esperanza de que el remedio no fuera peor que la enfermedad.
Bajo una tenue luz anaranjada por las lamparas de aceite, se podían observar diversas figuras en el interior del negocio. Tanto hombres como mujeres en aquel lugar distinguían un largo espectro; algunos hombres eran grandes y voluminosos, llenos de cicatrices y tatuajes, otros sin embargo eran algo mas delgados y consumidos, y sin embargo, daban la misma sensación de hostilidad que los otros. Todas sus miradas se centraron en ella y su compañero debido al resplandor de luz al abrir la puerta.
—Interesante —dijo tras observar el interior—. Pasemos.
«¿I-Interesante? ¿En serio? ¿Me estas vacilando?»
— C-Con permiso — susurró de forma casi imperceptible, cerrando tras de ella la puerta y aligerando suavemente el paso, dirigiéndose hasta su compañero.
«Espero no tener que volver a verme involucrada en otra pelea de bar...» repetía en sus pensamientos una y otra vez mientras avanzaba por el local hasta Kazuma. Este se había acercado hasta la barra, Ryuko pensó que lo hizo en búsqueda de información, aguardando no quedarse en aquel lugar mucho rato, le siguió.
—¿Van a ordenar algo, forasteros? — pregunto, con una voz ruda tras la barra el camarero, mientras limpiaba entre sus manos un vaso.
—¿U-Un zumo de melocotón seria posible?— añadió intimidada levantando el dedo indice tembloroso.
No le apetecía ninguna bebida o comida en aquel instante, bastante tenia con no hacerse sus necesidades encima, pero decidió aceptar la invitación, con la esperanza de que el remedio no fuera peor que la enfermedad.