6/11/2018, 03:09
(Última modificación: 6/11/2018, 03:11 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
Datsue escuchaba, absorbía como una esponja toda la información que Juro le iba regalando. Su trágico pasado. La muerte de su madre. De su padre. Los detalles de su vida. Que vivía con su hermana y abuela. Que tenían una tienda —preguntó qué vendían—. También sus éxitos y fracasos en las misiones. El Uchiha siempre había sido de naturaleza curiosa, y Juro tenia anécdotas que contar por un tubo.
En compensación, Datsue también le contaba alguna cosa personal a cambio. Que había nacido en la Ribera del Norte. Que era, aunque no lo creyese, un nativo del País del Bosque. No profundizó en su familia, ni en qué hacían sus padres, pero sí le reveló que era socio de una pequeña tienda de armas en Yamiria, llamada La Armería para los Intrépidos, y que si quería alguna katana a buen precio, que dijese que iba de parte suya.
De esas y más cosas hablaron. Habían compartido mucho tiempo juntos. No por nada, el primer día de su viaje había consistido en llegar a Notsuba. El segundo, a duras penas la frontera. En el tercero se detuvieron en un pequeño pueblo del Paraje del Bambú. El cuarto era aquel, y Datsue tenía la impresión de que Juro debía haberse separado hacía un buen rato. El Uchiha alzaba la vista al sol de vez en cuando, para asegurarse que caminaba en la dirección correcta —hacia el Sureste, más o menos—. No obstante, apreciaba su compañía, y prefirió que se diese cuenta por él mismo…
… cuando ya le hubiese acompañado un buen trecho.
Quien le iba a decir, que allí, entre los árboles gigantes de cuyos troncos nacían hongos, iban a sufrir alucinaciones. Sucedió todo muy a cámara lenta. Los pies de Datsue, frenándose y frenándose hasta que se detuvieron. Su sonrisa, transformándose muy despacio en una boca abierta y de sorpresa.
Su ceja, alzándose en una mueca de incomprensión.
—Juro… ¿Hemos comido setas y no me acuerdo? —preguntó en voz baja, casi en un susurro.
Aquello tenía que ser un efecto alucinógeno producto de alguna seta que no recordaba haber comido. O quizá alguna espora que habían respirado inconscientemente. Sí, tenía que ser eso. Ahora Juro le diría que en efecto, así era. Que él en realidad veía a otra persona, o nada en absoluto, y podrían seguir con sus vidas como si nada hubiese pasado.
Tragó saliva. Le estaba pareciendo una eternidad lo mucho que estaba tardando Juro en responderle.
En compensación, Datsue también le contaba alguna cosa personal a cambio. Que había nacido en la Ribera del Norte. Que era, aunque no lo creyese, un nativo del País del Bosque. No profundizó en su familia, ni en qué hacían sus padres, pero sí le reveló que era socio de una pequeña tienda de armas en Yamiria, llamada La Armería para los Intrépidos, y que si quería alguna katana a buen precio, que dijese que iba de parte suya.
De esas y más cosas hablaron. Habían compartido mucho tiempo juntos. No por nada, el primer día de su viaje había consistido en llegar a Notsuba. El segundo, a duras penas la frontera. En el tercero se detuvieron en un pequeño pueblo del Paraje del Bambú. El cuarto era aquel, y Datsue tenía la impresión de que Juro debía haberse separado hacía un buen rato. El Uchiha alzaba la vista al sol de vez en cuando, para asegurarse que caminaba en la dirección correcta —hacia el Sureste, más o menos—. No obstante, apreciaba su compañía, y prefirió que se diese cuenta por él mismo…
… cuando ya le hubiese acompañado un buen trecho.
Quien le iba a decir, que allí, entre los árboles gigantes de cuyos troncos nacían hongos, iban a sufrir alucinaciones. Sucedió todo muy a cámara lenta. Los pies de Datsue, frenándose y frenándose hasta que se detuvieron. Su sonrisa, transformándose muy despacio en una boca abierta y de sorpresa.
Su ceja, alzándose en una mueca de incomprensión.
—Juro… ¿Hemos comido setas y no me acuerdo? —preguntó en voz baja, casi en un susurro.
Aquello tenía que ser un efecto alucinógeno producto de alguna seta que no recordaba haber comido. O quizá alguna espora que habían respirado inconscientemente. Sí, tenía que ser eso. Ahora Juro le diría que en efecto, así era. Que él en realidad veía a otra persona, o nada en absoluto, y podrían seguir con sus vidas como si nada hubiese pasado.
Tragó saliva. Le estaba pareciendo una eternidad lo mucho que estaba tardando Juro en responderle.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado