7/11/2018, 23:54
(Última modificación: 7/11/2018, 23:59 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
—Pueden relajarse, no voy a atacarlos. Y, por su bien, espero que tampoco intenten ninguna tontería. Ya nos conocemos.
Datsue abrió la broca para protestar. Pero, ¡si ellos no habían parado de ayudarse todo aquel tiempo! Él haciendo enrabietar a Ayame y dándole una oportunidad para escapar; Kokuo, mostrándole a él y al mundo de qué pasta estaba hecha la mayoría de amejines.
El enemigo de mi enemigo es mi amigo, rezaba el dicho.
—Déjenme empezar por el principio y, por favor, no me interrumpan.
Su boca se cerró por él, sin darle oportunidad alguna a defenderse. Kokuo continuó hablando, mientras Datsue no podía quitarse de la cabeza que aquello era lo más surrealista del mundo. Un bijū, hablando a través de su jinchūriki, de forma sosegada y tranquila. Sin ganas de matar a nadie.
Le habían inculcado desde pequeño, la sociedad, los senseis y todos y cada uno de los libros que se había tragado, que las Bestias con Cola eran seres horribles que necesitaban ser encerradas. Shukaku le había demostrado la veracidad de aquello desde el principio. Pero Kokuo… Kokuo parecía saber comportarse cívicamente. Les trataba incluso de usted.
«Es solo una fachada. Si pudiese recuperar su verdadero ser…» Serían hombres muertos. Eso lo tenía muy claro.
El Uchiha supo de inmediato a qué se refería. Shukaku había roto el sello que les había puesto Zoku para obligarles a ser leales a él. Encadenado, encerrado y sin cuerpo. Tal eran sus dotes en el fūinjutsu. Con el control de un cuerpo… ¿tan descabellado era pensar que podía romper definitivamente el sello que le retenía?
Datsue sacudió la cabeza, tratando de quitarse aquel avispero de ideas sádicas contra su persona. Tanto tiempo conviviendo con él, y uno pensaba que ya se había acostumbrado. Pero ahora que veía la guillotina sobre su cabeza —ocho, más bien—, se dio cuenta de lo real que podían ser aquellas amenazas. De lo pronto que podían dejar de ser simples pesadillas.
Dejó hablar a Juro, sin intervenir, todavía demasiado impactado por las noticias que estaba recibiendo. Se sentía como si estuviese viendo una película de terror, a salvo desde el otro lado de la pantalla. Pero no, él participaba en ella. Y desde fuera tenía toda la pinta que era el típico graciosete del grupo protagonista, y ya se sabía lo que pasaba con el simpático de turno en las películas de terror.
Que era el primero en morir.
Datsue abrió la broca para protestar. Pero, ¡si ellos no habían parado de ayudarse todo aquel tiempo! Él haciendo enrabietar a Ayame y dándole una oportunidad para escapar; Kokuo, mostrándole a él y al mundo de qué pasta estaba hecha la mayoría de amejines.
El enemigo de mi enemigo es mi amigo, rezaba el dicho.
—Déjenme empezar por el principio y, por favor, no me interrumpan.
Su boca se cerró por él, sin darle oportunidad alguna a defenderse. Kokuo continuó hablando, mientras Datsue no podía quitarse de la cabeza que aquello era lo más surrealista del mundo. Un bijū, hablando a través de su jinchūriki, de forma sosegada y tranquila. Sin ganas de matar a nadie.
Le habían inculcado desde pequeño, la sociedad, los senseis y todos y cada uno de los libros que se había tragado, que las Bestias con Cola eran seres horribles que necesitaban ser encerradas. Shukaku le había demostrado la veracidad de aquello desde el principio. Pero Kokuo… Kokuo parecía saber comportarse cívicamente. Les trataba incluso de usted.
«Es solo una fachada. Si pudiese recuperar su verdadero ser…» Serían hombres muertos. Eso lo tenía muy claro.
«¡JA! ¡¿Has oído eso?! ¡El Imperio Kurama! ¡Se le ha terminado de subir a la cabeza! ¿Acaso pretende que yo, el gran Shukaku, esté bajo sus órdenes? ¡JAAAAAÁ! Qué ganas de romperle los huesos a esos Generales, ¿eh Datsue? Arrancarles la cabeza de cuajo y enseñarles quién es el bijū más grande. Pero antes dejaremos que reviertan el sello. Has visto lo que puedo hacer encerrado, ¡imagínate cuando tenga control sobre un cuerpo, incluso aunque sea el de un simple mortal!»
El Uchiha supo de inmediato a qué se refería. Shukaku había roto el sello que les había puesto Zoku para obligarles a ser leales a él. Encadenado, encerrado y sin cuerpo. Tal eran sus dotes en el fūinjutsu. Con el control de un cuerpo… ¿tan descabellado era pensar que podía romper definitivamente el sello que le retenía?
«Oh, no, no. No te preocupes. Te lo haré muy lentamente, cómo a ti te gusta. Con cariño. Si es que en el fondo soy benevolente. Empezaré por abrirte el pecho y sacarte los pulmones. Con mucho cuidado, para que puedas seguir respirando aunque estén fuera de tu cuerpo. Luego te extraeré los ojos, con tacto, para que cuelguen de tus cuencas y puedas seguir viendo lo que te hago. ¡Ampliaré tu ángulo de visión! ¿¡Y piensas que no soy benevolente!? ¡JAAAAÁ! Y después te inyectaré arena por las venas. Oh, sí, sí, sí. ¡Espera a verlo! ¡Es una sensación tan placentera, Datsue! ¡La carne empezará a hinchársete, LA SANGRE SE QUEDARÁ ATASCADA EN TUS ARTERIAS, TU CORAZÓN SE ASFIXIARÁ CADA VEZ MÁS Y MÁS POR BOMBEAR! ¡CADA VEZ MÁS LENTO, CADA VEZ CON MÁS ESFUERZO! ¡THUMP THUMP! ¡THUMP… THUMP! ¡THUMP…!»
«THUMP… thump… ¡¡¡Y BAAAAAAAAM!!!»
«¡JAAAAAAAAAAAAAAAAJIAJIAJIAJIA! ¡JAAAAAAAAAAAAAAAJIAJIAJIAJIA!¡JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAJIAJIAJIA!»
«¡JAAAAAAAAAAAAAAAAJIAJIAJIAJIA! ¡JAAAAAAAAAAAAAAAJIAJIAJIAJIA!¡JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAJIAJIAJIA!»
Datsue sacudió la cabeza, tratando de quitarse aquel avispero de ideas sádicas contra su persona. Tanto tiempo conviviendo con él, y uno pensaba que ya se había acostumbrado. Pero ahora que veía la guillotina sobre su cabeza —ocho, más bien—, se dio cuenta de lo real que podían ser aquellas amenazas. De lo pronto que podían dejar de ser simples pesadillas.
Dejó hablar a Juro, sin intervenir, todavía demasiado impactado por las noticias que estaba recibiendo. Se sentía como si estuviese viendo una película de terror, a salvo desde el otro lado de la pantalla. Pero no, él participaba en ella. Y desde fuera tenía toda la pinta que era el típico graciosete del grupo protagonista, y ya se sabía lo que pasaba con el simpático de turno en las películas de terror.
Que era el primero en morir.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado