8/11/2018, 00:37
(Última modificación: 8/11/2018, 00:37 por Aotsuki Ayame.)
El ataque se produjo con una coordinación perfecta. Los bandidos quedaron atrapados bajo la pegajosa trampa de Ayame y el Uchiha lanzó una potente técnica de Fūton. Tan potente, que el viento arrancó la trampa y sacudió a los bandidos con la fuerza de mil mazas. Pese a la superioridad numérica, habían conseguido inclinar la balanza hacia su favor. La incertidumbre asaltaba ahora a los malhechores, ¿debían continuar con un asalto que estaba destinado a la perdición y seguir arriesgando más vidas? ¿O sería más conveniente perderse entre las sombras de la noche?
El que parecía ser el líder, armado con un enorme bate de hierro negro lleno de clavos, pareció optar por la segunda opción:
—¡Retirada! ¡Retirada, joder, retirada! ¡A los bosques!
«¡Mierda, no!» Maldijo Ayame para sus adentros, chasqueando la lengua con fastidio.
Precisamente era en los bosques donde se habían refugiado los aterrorizados civiles. ¡No podían permitir que fueran tras ellos! Y no le hacía ninguna gracia exponerse tanto delante del Uchiha, pero no le estaban quedando demasiadas opciones. Y dado que eran demasiados para que pudiera alcanzarlos a todos con su canto...
Bajó del carro de un salto, y apenas sus pies se apoyaron en el suelo, la figura de la encapuchada se desvaneció en un parpadeo. Apareció de repente frente a los rufianes y el líder con el tetsubō, con las manos entrelazadas en un sello. Y chilló. Chilló hasta desgañitarse la garganta, como si le fuera la vida en ello. Su voz, amplificada por la fuerza de su chakra, no sólo actuaría como un rechazo para desestabilizarlos, también afectaría a su oído interno, dejándolos prácticamente incapacitados para el movimiento durante varios valiosos segundos.
El que parecía ser el líder, armado con un enorme bate de hierro negro lleno de clavos, pareció optar por la segunda opción:
—¡Retirada! ¡Retirada, joder, retirada! ¡A los bosques!
«¡Mierda, no!» Maldijo Ayame para sus adentros, chasqueando la lengua con fastidio.
Precisamente era en los bosques donde se habían refugiado los aterrorizados civiles. ¡No podían permitir que fueran tras ellos! Y no le hacía ninguna gracia exponerse tanto delante del Uchiha, pero no le estaban quedando demasiadas opciones. Y dado que eran demasiados para que pudiera alcanzarlos a todos con su canto...
Bajó del carro de un salto, y apenas sus pies se apoyaron en el suelo, la figura de la encapuchada se desvaneció en un parpadeo. Apareció de repente frente a los rufianes y el líder con el tetsubō, con las manos entrelazadas en un sello. Y chilló. Chilló hasta desgañitarse la garganta, como si le fuera la vida en ello. Su voz, amplificada por la fuerza de su chakra, no sólo actuaría como un rechazo para desestabilizarlos, también afectaría a su oído interno, dejándolos prácticamente incapacitados para el movimiento durante varios valiosos segundos.