8/11/2018, 23:25
Kokuō alzó la mano hacia Datsue, y este se encogió de forma inconsciente tras la espalda de Juro. Usándolo —esta vez ya era muy evidente, pues tan solo sacaba la cabeza por encima del hombre de Juro— como escudo humano.
Mientras tanto, su cerebro seguía trabajando a toda presión, esta vez contemplando mil posibilidades. Mil caminos para hacer lo que pretendía: una pequeña idea que empezaba a tomar forma en su cabeza. Tomó el tercer camino más arriesgado para llegar hasta él.
—Pero, nosotros podríamos ayudarle a cambio, Kokuō-dono. —Sacó el anzuelo a pasear—. Usted ha visto la inquina que tengo con Ayame. Y con los amejines. La cruzada que tengo contra ellos. —«Y merecida»—. Que esté usted libre, para mí, es una alegría. Qué les jodan —soltó con ímpetu—. ¡Qué les jodan bien jodidos! —exclamó, y las venas del cuello y la frente se hincharon de rabia.
»Pero mucho me temo, Kokuō-dono, mucho me temo... —continuó con pesar—, que esto es temporal. ¿Cuánto tardarán en dar con usted? Y cuando lo hagan, ¿cuánto tardarán en volver a sellarla? Dos genins y un jōnin bastaron para atraparla la última vez. —Los Dioses sabían que no quería picarla. Lo había dicho con el tono más respetuoso y meramente informativo que era capaz de pronunciar, pero quería hacerle ver la realidad. Ante un escuadrón bien formado de ninjas, y encerrado en el cuerpo de un humano, dudaba que lograse escaparse. El pasado, después de todo, le daba la razón. Dio un apretón al hombro de Juro, mientras avanzaba un paso y se ponía a su lado. Al descubierto—. Pero, ¿y si tuviese usted una rata entre sus perseguidores? ¿Un informador? ¿Un soplón? Que le fuese avisando: ey, los de Ame planean rastrearla por este país. Ey, hay rumores de que la vieron en tal sitio, cuidado.
Rio nasalmente, mientras torcía la boca en una sonrisa maligna.
—Oh, sí… Iría siempre un paso por delante de ellos. ¡No lo pillarían nunca! —dejó escapar una risilla aguda, que tenía cierto aire a la de Shukaku—. Ayame quedaría atrapada por siempre… ¡y esos jodidos cabrones se llevarían su merecido!
Mientras tanto, su cerebro seguía trabajando a toda presión, esta vez contemplando mil posibilidades. Mil caminos para hacer lo que pretendía: una pequeña idea que empezaba a tomar forma en su cabeza. Tomó el tercer camino más arriesgado para llegar hasta él.
—Pero, nosotros podríamos ayudarle a cambio, Kokuō-dono. —Sacó el anzuelo a pasear—. Usted ha visto la inquina que tengo con Ayame. Y con los amejines. La cruzada que tengo contra ellos. —«Y merecida»—. Que esté usted libre, para mí, es una alegría. Qué les jodan —soltó con ímpetu—. ¡Qué les jodan bien jodidos! —exclamó, y las venas del cuello y la frente se hincharon de rabia.
»Pero mucho me temo, Kokuō-dono, mucho me temo... —continuó con pesar—, que esto es temporal. ¿Cuánto tardarán en dar con usted? Y cuando lo hagan, ¿cuánto tardarán en volver a sellarla? Dos genins y un jōnin bastaron para atraparla la última vez. —Los Dioses sabían que no quería picarla. Lo había dicho con el tono más respetuoso y meramente informativo que era capaz de pronunciar, pero quería hacerle ver la realidad. Ante un escuadrón bien formado de ninjas, y encerrado en el cuerpo de un humano, dudaba que lograse escaparse. El pasado, después de todo, le daba la razón. Dio un apretón al hombro de Juro, mientras avanzaba un paso y se ponía a su lado. Al descubierto—. Pero, ¿y si tuviese usted una rata entre sus perseguidores? ¿Un informador? ¿Un soplón? Que le fuese avisando: ey, los de Ame planean rastrearla por este país. Ey, hay rumores de que la vieron en tal sitio, cuidado.
Rio nasalmente, mientras torcía la boca en una sonrisa maligna.
—Oh, sí… Iría siempre un paso por delante de ellos. ¡No lo pillarían nunca! —dejó escapar una risilla aguda, que tenía cierto aire a la de Shukaku—. Ayame quedaría atrapada por siempre… ¡y esos jodidos cabrones se llevarían su merecido!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado