11/11/2018, 21:13
—Descuida, no tengo planes de involucrarme demasiado— Rió. —Sólo espero que nadie salga herido de gravedad— Su voz expresaba preocupación.
Al salir por la entrada principal, el caos reinaría ante sus ojos. Había tres altos fogarones a lo largo de la calle, la gente observaba desde las pertas, ventas o tejados de los edificios. Incluso, el curioso Rōga decidió ir a husmear en el asunto, observando de brazos cruzados desde la azotea del hotel. Curioso era, que uno de los protagonistas de la pelea se trataba nada más y nada menos que del mismo bandido al que el Uchiha creía haber escarmentado en la tarde: Bandō.
—¡Fuera de mi territorio escorias!— Cabalgando sobre un corcel negro, arremetió contra tres extraños hombres montados a camello, vestidos con largas capas negras, turbantes negros y, ¿paraguas?.
No hubo palabra en respuesta a la amenaza del bandido, salvo por lo que claramente eran una cadena de sellos manuales. "Oh, por Ame no Kami, díganme que no es cierto!" El Yotsuki se exaltó al observar aquello y darse cuenta que los involucrados podían generar un desastre. "No quería meterme en esto pero si siguen así tendré que hacerlo." Apretó los dientes, molesto.
—¡Mierda!— Quiso frenarse al ver una gran correntada de agua venir de frente, halando las riendas del caballo para flanquear el ataque por la derecha mientras intentaba sacar unas navajas de su cinturón. Sin embargo, sintió que los brazos no le respondían con la velocidad necesaria. —¡Tch!— El mismo temblor en las extremidades que experimentó en la tarde le atacó de nuevo, acompañado del recuerdo de ver dos orbes rojos. Bandō cerró los ojos en el momento que al animal galopó bruscamente, esquivando el ataque pero tirando a su jinete al suelo.
El bandido perdió su sombrero durante la caída, pero trató de incorporarse rápidamente. Volteó a todos lados para recuperar la noción del espacio, observando a sus dos ayudantes que yacían ya tirados algunos metros atrás, inconscientes. Apretó los puños, furioso. Esa pelea no debería ser compleja para él, pero la visión mostrada por Datsue le había dejado secuelas que le impedían actuar y moverse con naturalidad.
—Se los vamos a advertir por última vez— Amenazó uno de los hombres, el cuál tenía vendas por encima de los ojos. —No queremos más problemas. Están filtrando el agua del río para no pagarnos el impuesto del pozo, no podemos permitir eso.
—Pozo del cuál se apropiaron ustedes, hijos de puta— Arremetió de regreso, acompañado de varios chiflidos y abucheos de la multitud gritando improperiosa los cuatro vientos. —En Shirotora basto yo, váyanse a extorsionar a alguien más—. Mientras hablaba, abría y cerraba las manos, con al esperanza de que el tic nervioso se fuera.
"Ya no sé ni de que lado estar." Ninguno de los dos parecía buena opción.
Al salir por la entrada principal, el caos reinaría ante sus ojos. Había tres altos fogarones a lo largo de la calle, la gente observaba desde las pertas, ventas o tejados de los edificios. Incluso, el curioso Rōga decidió ir a husmear en el asunto, observando de brazos cruzados desde la azotea del hotel. Curioso era, que uno de los protagonistas de la pelea se trataba nada más y nada menos que del mismo bandido al que el Uchiha creía haber escarmentado en la tarde: Bandō.
—¡Fuera de mi territorio escorias!— Cabalgando sobre un corcel negro, arremetió contra tres extraños hombres montados a camello, vestidos con largas capas negras, turbantes negros y, ¿paraguas?.
No hubo palabra en respuesta a la amenaza del bandido, salvo por lo que claramente eran una cadena de sellos manuales. "Oh, por Ame no Kami, díganme que no es cierto!" El Yotsuki se exaltó al observar aquello y darse cuenta que los involucrados podían generar un desastre. "No quería meterme en esto pero si siguen así tendré que hacerlo." Apretó los dientes, molesto.
—¡Mierda!— Quiso frenarse al ver una gran correntada de agua venir de frente, halando las riendas del caballo para flanquear el ataque por la derecha mientras intentaba sacar unas navajas de su cinturón. Sin embargo, sintió que los brazos no le respondían con la velocidad necesaria. —¡Tch!— El mismo temblor en las extremidades que experimentó en la tarde le atacó de nuevo, acompañado del recuerdo de ver dos orbes rojos. Bandō cerró los ojos en el momento que al animal galopó bruscamente, esquivando el ataque pero tirando a su jinete al suelo.
El bandido perdió su sombrero durante la caída, pero trató de incorporarse rápidamente. Volteó a todos lados para recuperar la noción del espacio, observando a sus dos ayudantes que yacían ya tirados algunos metros atrás, inconscientes. Apretó los puños, furioso. Esa pelea no debería ser compleja para él, pero la visión mostrada por Datsue le había dejado secuelas que le impedían actuar y moverse con naturalidad.
—Se los vamos a advertir por última vez— Amenazó uno de los hombres, el cuál tenía vendas por encima de los ojos. —No queremos más problemas. Están filtrando el agua del río para no pagarnos el impuesto del pozo, no podemos permitir eso.
—Pozo del cuál se apropiaron ustedes, hijos de puta— Arremetió de regreso, acompañado de varios chiflidos y abucheos de la multitud gritando improperiosa los cuatro vientos. —En Shirotora basto yo, váyanse a extorsionar a alguien más—. Mientras hablaba, abría y cerraba las manos, con al esperanza de que el tic nervioso se fuera.
"Ya no sé ni de que lado estar." Ninguno de los dos parecía buena opción.