11/11/2018, 22:05
Eri permaneció junto a Hanabi mientras caminaban por la villa, acompañados por el frío del invierno y el amable silencio que ninguno rompió, a pesar de las caras de sorpresa que se encontraban en su camino pues, ¿a quién no le sorprendería ver a su líder andar tranquilamente por las calles?
Llegaron al Estadio de Celebraciones, donde nadie se opuso a dejar el lugar para que Uzukage y Jounin entrenasen. Allí Hanabi dejó la caja que llevaba.
—Bien, ya podemos empezar—Eri tragó saliva y observó como el Uzukage se agachaba y abría la caja, donde había pequeños farolillos de papel, pelotas de goma blancas y otras de color rojo—. El Rasengan es una técnica que funciona haciendo girar el chakra en todas direcciones sobre un punto central, y luego, estabilizándolo en forma de esfera. Aunque parece relativamente simple, te aseguro que no lo es. —Asintió, no muy convencida si entendía del todo la esencia de la técnica. Vio como Hanabi cogía uno de los farolillos y lo posaba en la palma de su mano, que estalló al instante—. Deberás hacer estallar cada uno de estos tipos de pelotas utilizando únicamente tu chakra. Cuando consigas estallar las pelotas rojas, habrás conseguido darle al chakra el sentido y la fuerza necesarias para la técnica. Entonces tendrás que estabilizarla en una esfera. Puedes probarla contra algún muñeco de entrenamiento, aunque te advierto que es bastante poderosa. Es muy probable que te salte alguna astilla. —Hanabi guiñó el ojo.
Volvió a asentir, mucho más rígida que antes. ¿Estaría preparada? Probablemente no, ni de coña, era imposible que ella pudiera hacer eso, al menos a la primera. Tomó aire y lo soltó en pequeñas cantidades, observando con curiosidad uno de los farolillos por los que tenía que empezar.
Y cuando Hanabi ofreció a Eri empezar, ella asintió y tomó uno de los farolillos...
Eri caminaba a prisa hacia el Edificio del Uzukage con una sonrisa casi radiante en la cara. Lo había logrado, ella, quien había pensado en tirar la toalla lo menos doscientas veces durante todo aquel tiempo que se había pasado entrenando. Sí, por fin lo había logrado, por fin había obtenido los conocimientos necesarios para realizar un Rasengan a la perfección.
Bueno, a su estilo.
Cuando llegó a la gran puerta llamó varias veces con suavidad, posando sus nudillos sobre ella. Esperó y cuando pudo entrar, lo hizo sin esperar ni un segundo más de la cuenta.
—Buenos días, Uzukage-sama —saludó, con la misma sonrisa con la que había acudido—. Observe esto...
Llevó la palma de su mano hacia delante, y en tan solo cuestión de segundos, una esfera hecha puramente de chakra apareció en ella, primero fue unos cortos hilos de chakra anaranjado, pero poco a poco fue formando una esfera de chakra giratorio en la palma de su mano, haciendo juego con la sonrisa casi imborrable de los labios de la kunoichi.
Llegaron al Estadio de Celebraciones, donde nadie se opuso a dejar el lugar para que Uzukage y Jounin entrenasen. Allí Hanabi dejó la caja que llevaba.
—Bien, ya podemos empezar—Eri tragó saliva y observó como el Uzukage se agachaba y abría la caja, donde había pequeños farolillos de papel, pelotas de goma blancas y otras de color rojo—. El Rasengan es una técnica que funciona haciendo girar el chakra en todas direcciones sobre un punto central, y luego, estabilizándolo en forma de esfera. Aunque parece relativamente simple, te aseguro que no lo es. —Asintió, no muy convencida si entendía del todo la esencia de la técnica. Vio como Hanabi cogía uno de los farolillos y lo posaba en la palma de su mano, que estalló al instante—. Deberás hacer estallar cada uno de estos tipos de pelotas utilizando únicamente tu chakra. Cuando consigas estallar las pelotas rojas, habrás conseguido darle al chakra el sentido y la fuerza necesarias para la técnica. Entonces tendrás que estabilizarla en una esfera. Puedes probarla contra algún muñeco de entrenamiento, aunque te advierto que es bastante poderosa. Es muy probable que te salte alguna astilla. —Hanabi guiñó el ojo.
Volvió a asentir, mucho más rígida que antes. ¿Estaría preparada? Probablemente no, ni de coña, era imposible que ella pudiera hacer eso, al menos a la primera. Tomó aire y lo soltó en pequeñas cantidades, observando con curiosidad uno de los farolillos por los que tenía que empezar.
Y cuando Hanabi ofreció a Eri empezar, ella asintió y tomó uno de los farolillos...
• • •
Eri caminaba a prisa hacia el Edificio del Uzukage con una sonrisa casi radiante en la cara. Lo había logrado, ella, quien había pensado en tirar la toalla lo menos doscientas veces durante todo aquel tiempo que se había pasado entrenando. Sí, por fin lo había logrado, por fin había obtenido los conocimientos necesarios para realizar un Rasengan a la perfección.
Bueno, a su estilo.
Cuando llegó a la gran puerta llamó varias veces con suavidad, posando sus nudillos sobre ella. Esperó y cuando pudo entrar, lo hizo sin esperar ni un segundo más de la cuenta.
—Buenos días, Uzukage-sama —saludó, con la misma sonrisa con la que había acudido—. Observe esto...
Llevó la palma de su mano hacia delante, y en tan solo cuestión de segundos, una esfera hecha puramente de chakra apareció en ella, primero fue unos cortos hilos de chakra anaranjado, pero poco a poco fue formando una esfera de chakra giratorio en la palma de su mano, haciendo juego con la sonrisa casi imborrable de los labios de la kunoichi.